Los Institutos Nacionales de la Salud han entregado una partida de 895,620 dólares a Suzanna Martínez, investigadora asistente del Instituto de Políticas de Nutrición de la UC (NPI, por sus siglas en inglés) de la División de Agricultura y Recursos Naturales de la UC, para que encuentre la respuesta a esta interrogante. Este será el primer estudio pediátrico que examinará las conductas de salud que vinculan el no dormir lo suficiente con la obesidad entre niños mexicoamericanos.
Los estudios han demostrado que los adultos que duermen poco podrían experimentar un cambio en sus metabolismos y hormonas, causando que coman más y sean más sedentarios al día siguiente.
Para explorar los efectos que el sueño tiene en la obesidad infantil, Martínez analizará los factores culturales que podrían tener un impacto en los hábitos de sueño de los niños mexicoamericanos y cómo afecta estos en su dieta y actividad física.
Martínez espera poder proveer una guía acerca de las conductas sobre las que habría que enfocarse para prevenir la obesidad.
“Algunos investigadores solo se enfocan en la alimentación, otros en la actividad física, mientras algunos más culpan al medioambiente, por lo que tenemos que mejorar el medioambiente en términos de ambiente alimenticio y oportunidades para mantenerse activos”, señaló Martínez. “Existe muy poca investigación dirigida a los tres aspectos de la conducta sobre la salud – sueño, alimentación y actividad física – porque existen muchos factores a considerar. Debemos conocer cuál de ellos tiene el mayor impacto en la prevención de la obesidad. ¿Es la falta de sueño, la alimentación o la actividad física o una combinación de los tres?”. En la actualidad, los programas existentes se enfocan mayormente en la alimentación y la actividad física.
En esencia, Martínez está combinando tres estudios diferentes en uno para evaluar el contexto del sueño y en qué forma afecta a la obesidad. El estudio, que tomará cinco años realizar, se llevará a cabo en dos fases.
La experta empezará por analizar la cultura, medioambiente y estado socioeconómico de las familias mexicoamericanas para identificar cuáles factores pueden estar relacionados con la duración del sueño.
Por ejemplo, Martínez dijo que “si los padres mexicoamericanos menos aculturados tienen horarios más estrictos o tempranos para que sus hijos se duerman, eso ¿es algo que los protege para que puedan tener un sueño óptimo, les protege menos o realmente es algo que importa?”.
Tras entrevistar a padres latinos para un estudio publicado en el 2015, Martínez se dio cuenta que vivir en condiciones hacinadas o vecindarios con un alto índice de delincuencia, indigencia y drogas puede tener un impacto en la vida de las familias latinas que viven en zonas urbanas.
El sueño y la actividad física y la dieta
En la segunda fase del estudio se evaluará, durante dos veranos, la duración del sueño de 40 niños mexicoamericanos de entre ocho y diez años que viven en el área de la Bahía de San Francisco.
Para registrar las horas de sueño y la actividad física, los niños que participen en el estudio usarán unos aparatos conocidos como acelerómetros durante el día y cuando duermen. Este pequeño aparato, parecido a un podómetro, se lleva en un cinto alrededor de la cadera.
Durante la primera semana del estudio de tres semanas, se les pedirá a los niños que duerman como lo hacen normalmente. Durante la segunda semana, a la mitad de los niños se le pedirá que duerma menos de ocho horas y a la otra mitad menos de 10 horas. En la tercera semana, los dos grupos serán cambiados al otro horario de sueño.
Las dietas de los niños serán medidas en base a lo que comieron en las últimas 24 horas. El viernes y sábado se les preguntará qué comieron el día anterior (jueves o viernes). Comenzando por el desayuno, los niños reportarán lo que comieron y bebieron durante las comidas y botanas.
Martínez evaluará si dormir de manera saludable o la falta de sueño la noche anterior tuvo un impacto en la alimentación y la actividad física al día siguiente.
“Con este estudio de intercambio, podremos obtener una comparación entre niños que duermen sus horas normales, los que obtienen un sueño saludable o los que no duermen lo suficiente y cómo ello tiene un impacto en cuanto a lo que comen y se mueven al siguiente día”, manifestó la experta.
No existe una guía para las horas de sueño en EUA
Para mantener un peso saludable, la Oficina para la Prevención de Enfermedades y Promoción de la Salud de Estados Unidos recomienda que los niños hagan por lo menos 30 minutos de actividad física al día y la Guía Dietética para Estados Unidos recomienda que los niños coman una dieta densa en nutrientes y calóricamente equilibrada. Pero la oficina gubernamental no cuenta en la actualidad con pautas nacionales sobre las horas que deben dormir los estadounidenses.
Martínez encontró en un estudio del 2014 que el 82 por ciento de los niños mexicoamericanos de ocho a diez años dormían menos de las 10 u 11 horas que recomendaba la Fundación Nacional del Sueño. Bajo la nueva recomendación hecha por la red de investigadores del sueño para que los niños de esa edad duerman de nueve a once horas, solo un 20 por ciento dormía menos de lo adecuado.
Necesitamos más investigación sobre las horas que deben dormir los niños antes de poder decir: ‘Dormir esta cantidad de horas podrá prevenir la obesidad'”, indicó Martínez.
Si su intuición es correcta, promover una cantidad de sueño óptima (por lo menos 10 horas para niños en edad escolar) podría ser un modo efectivo de reducir la obesidad infantil, y entender el papel que la cultura juega en la obesidad de niños mexicoamericanos, quienes cuentan con unas de las tasas más altas de obesidad, será la clave para diseñar soluciones efectivas.
Los estudios han demostrado que la obesidad contribuye a numerosos problemas de salud permanentes, incluyendo enfermedades cardiacas, embolias, diabetes e hipertensión. Uno de cada cuatro niños con sobrepeso se convierte en un adulto obeso y las enfermedades como la diabetes se están presentando antes de la edad adulta. Datos nacionales muestran que el 14 por ciento de los niños anglosajones están clasificados como obesos, comparados con 21 por ciento de los niños latinos. Con los niños latinos enfrentándose a un creciente riesgo, Martínez está decidida a encontrar las causas de esta disparidad y crear formas efectivas para reducir la obesidad entre los niños mexicoamericanos.
Este estudio sobre la obesidad infantil está siendo financiado mediante un premio denominado K01 Career Development Award entregado por el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de los Institutos Nacionales de la Salud. Martínez también ha sido aceptada en el Programa de Investigadores K de la UC San Francisco (K Scholars Program at UC San Francisco), donde recibirá el apoyo y orientación de sus colegas para realizar su estudio.