Calculando los costos y beneficios

Aug 30, 2011

Por Philip Martin.

Los estadounidenses gastan relativamente poco en alimentos y relativamente poco de lo que gastan representa el costo de la mano de obra de los trabajadores agrícolas.

Si los salarios agrícolas se incrementaran en un 40 por ciento, cada hogar gastaría unos 15 dólares adicionales al año, y el nivel de vida de cada uno de los trabajadores del campo se elevaría por encima del nivel federal de pobreza.

En el 2009, el presupuesto total para alimentos para un hogar promedio fue de 6,400 dólares, de acuerdo con el Sondeo sobre Gastos del Consumidor de la Oficina de Estadísticas Laborales. Alrededor de un 60 por ciento de este gasto fue para alimentos preparados en casa. De esa cantidad, el mayor gasto fue en carne de res y aves, con un promedio de 841 dólares al año. El gasto de frutas (220 dólares) y verduras frescas (209 dólares) sumaron 429 dólares; el hogar promedio gastó más en bebidas alcohólicas, 435 dólares.

Aún cuando el costo de empacar frutas y verduras frutas es insignificante — las fresas son empaquetadas directamente en los envases en que se venden, y a la lechuga iceberg se le envuelve en el plástico transparente en el campo — los agricultores y trabajadores del campo reciben una porción muy pequeña del precio de venta en la tienda. En el 2006, los agricultores recibieron un promedio del 30 por ciento del precio de menudeo de las frutas frescas y un 25 por ciento de las verduras frescas, así que el gasto del consumidor en frutas y verduras frescas significó un ingreso de 118 dólares para el agricultor. Los costos de mano de obra agrícola son usualmente menos de una tercera parte de los ingresos de una granja en lo que se refiere a frutas y verduras frescas, lo cual significa que los salarios de los trabajadores agrícolas y los beneficios de tener frutas y verduras frescas en su mesa le cuestan al hogar promedio 38 dólares al año.

Los consumidores que pagan un dólar por una libra de manzanas le están dando 30 centavos al agricultor y 10 centavos al trabajador agrícola; quienes que pagan 2 dólares por una lechuga le están dando 50 centavos al agricultor y 16 al trabajador agrícola.

Si el flujo de inmigrantes se redujera o suspendiera y los salarios agrícolas se incrementaran, ¿qué pasaría con el gasto de frutas y verduras frescas? Un estudio hecho en 1966 sobre el tema puede darnos una idea.

Ese año, la Unión de Campesinos (United Farm Workers) consiguió un incremento del 40 por ciento para algunos de los pizcadores de uva de mesa, en gran medida porque el fin del Programa Bracero vino a recortar el suministro de trabajadores mexicanos. El salario promedio de los trabajadores del campo era de $10.07 la hora en el 2009, de acuerdo con el sondeo de trabajadores del campo realizado por la USDA. Si la presión que existe de verificar el estado migratorio de los empleados resultara en una crisis similar a la de 1966 y en un incremento salarial del 40 por ciento, el sueldo por hora se incrementaría a $14.10 dólares. Si este incremento se pasara a los consumidores, el costo de 10 centavos de la mano de obra agrícola por una libra de manzanas se incrementaría a 14 centavos y el precio al menudeo de un dólar aumentaría a $1.04.

Para el hogar típico, un incremento del 40 por ciento en costo por mano de obra agrícola se traduce a un incremento del 3.6 por ciento en precios al menudeo. Si los sueldos agrícolas se incrementan en un 40 por ciento, y este incremento  se pasa a los consumidores, el gasto anual promedio por frutas y verduras frescas se incrementaría a alrededor de 15 dólares al año, el costo de dos entradas al cine. Sin embargo, para un trabajador agrícola temporal, un incremento salarial del 40 por ciento podría incrementar sus ingresos de 10,000 dólares por 1,000 horas de trabajo, a 14,000 dólares — colocando su salario por encima del nivel federal de pobreza.

Philip Martin es economista laboral de Extensión Cooperativa en UC Davis y autor, más recientemente, de  “Importing Poverty? Immigration and the Changing Face of Rural America”.

En inglés.


By Myriam Grajales-Hall
Author - Communications Manager