La biotecnología como fuente de alimentos y protección del medioambiente

Apr 15, 2011

BERKELEY - (UC)- Muchas agrupaciones defensoras del medioambiente se oponen al uso de la biotecnología en la producción agrícola. Pero científicos de la Universidad de California sostienen que esa ciencia es la alternativa más viable para proteger al planeta y alimentar a sus habitantes.

Los ecologistas se oponen al aumento en la producción de granos y otros cultivos mejorados mediante la modificación genética, que luego se destinan a la elaboración de biocombustibles. Según ellos, esa tendencia está acelerando la deforestación para destinar terrenos al cultivo agrícola.

Argumentan que al producirse más combustibles aumentarán las emisiones de automotores en todo el mundo. Y mayor será el daño atmosférico conocido como efecto de invernadero. Pero oponerse a la biotecnología agrícola por tal motivo tendría efectos aun más dañinos, según un experto.

"La contribución de los biocombustibles a la emisión de gases causantes del efecto de invernadero son como una gota en un cubo de agua", afirma David Zilberman, catedrático de economía agrícola de la UC en Berkeley.

Los biocombustibles obtenidos de la producción de maíz y caña de azúcar, según él, a nivel global producen un 30 por ciento menos que la de los combustibles derivados del petróleo.

Agrega que, al lograrse más rendimiento de cultivos gracias a la biotecnología no sólo se reduce el impacto ambiental en regiones agrícolas. También se asegura el abastecimiento de alimentos para la creciente población mundial.

Se estima que el rendimiento en cosechas se ha elevado un 45 por ciento en la producción de maíz, 25 por ciento en colza o canola, 12 en frijol soya, y 60 por ciento en algodón.

Zilberman y sus colegas calcularon la cantidad adicional de terrenos cultivables que se necesitaría, de no recurrirse a plantas modificadas genéticamente, para satisfacer la demanda mundial de alimentos básicos para el sustento humano.

"Calculamos que se necesitarían otros 21 millones de acres para poder producir todo el maíz que el mundo necesitaba en el 2008", dijo. "Igualmente, sin el frijol de soya genéticamente modificado deberían haberse plantado 27 millones de acres adicionales".

En un estudio encabezado por Zilberman se encontró que la reducción de emisiones de carburantes en el 2009, mediante la adopción de la biotecnología en la agricultura, equivale a la que producirían 9,000 millones de automóviles en ese año.

"Si deseamos reducir la contaminación ambiental a largo plazo, en ese caso necesitamos los biocombustibles; no hay duda de eso", afirmó. "Debemos incrementar su productividad y también necesitamos contar con los mecanismos que provean alimento para la gente que padece de hambre, y así poder prevenir esos desastres".

Las nuevas variedades de plantas son más resistentes. Entre otras cosas, el terreno en que se cultivan no requiere ararse con la frecuencia requerida en cultivos convencionales, lo que reduce el consumo de combustible en la labores agrícolas. Esta práctica, sólo en el 2008, evitó la acumulación de 101,613 toneladas de bióxido de carbono en la atmósfera, indicó Zilberman en su estudio.

Además de producir más, las plantas biogenéticas resisten mejor las inclemencias del clima y los ataques de insectos, con lo que también se reduce el impacto de fertilizantes, herbicidas y pesticidas.

En algunos países, como Argentina, los cultivos biogenéticos permiten realizar dos cosechas al año en el mismo terreno. Por ejemplo, se produce frijol soya luego de cosechar trigo.

La modificación de plantas no es algo nuevo.

Lograr todas esas características que aumentan la eficiencia en cultivos agrícolas son la meta de científicos como Peggy Lemaux, especialista en biotecnología agrícola, de Extensión Cooperativa de la UC. Por varios años, Lemaux ha estado mejorando variedades de arroz y otros cultivos comestibles indispensables para el sustento humano.

Según ella, la modificación genética de una u otra forma es una práctica que se remonta hasta hace unos 10,000 años; el nacimiento de la agricultura se atribuye al momento en que los humanos optaron por alimentarse más de lo que brotaba del suelo, en vez de lo que cazaban, y comenzaron a dar más atención a las plantas.

"Prácticamente, todos los alimentos que encontramos hoy en el mercado se han modificado", dijo la científica de la UC. "Y, como resultado, la mayoría de los alimentos que consumimos hoy son un tanto distintos de los que consumían nuestros antepasados".

Hasta hace apenas un par de décadas, la modificación de plantas se lograba principalmente al injertarles tejidos de otras con la esperanza de transmitir las características deseadas en la planta resultante de ese cruce de variedades.

Ahora, la tecnología permite aislar con precisión los genomas, o sea, el conjunto de genes de una especie, para disponer luego de genotipos que son el conjunto de factores hereditarios que constituyen las especies manipuladas.

"A este proceso también se le conoce como ingeniería genética. Estos métodos permiten a los investigadores modificar los genes en plantas en una manera más directa que el cruce o injertos tradicionales", explicó Lemaux.

De esa forma, los "injertadores moleculares" de hoy pueden seleccionar datos genéticos específicos en cualquier organismo; y "cortar con 'tijeras químicas' el gene deseado para implantarlo en el material genético de un organismo similar o de otro tipo", dijo la especialista.

Igual que Zilberman, Peggy Lemaux considera que la biogenética será la herramienta indispensable para el sustento humano y preservar el ecosistema del que todos dependemos. Ella señala que la demanda de alimentos aumentará en un 50 por ciento para el 2030 en todo el mundo.

Ella ofrece algunos datos curiosos y preocupantes:

Hace 2,000 años, había unos 300 millones de habitantes en todo el planeta (11 millones menos que el total de la población actual en Estados Unidos). Diariamente nacían aproximadamente 500 nuevos habitantes; hoy, nacen 200,000 cada día. (La población mundial pasa de 6,912 mil millones).

En los últimos 30 años, los terrenos dedicados para el cultivo de alimentos se ha reducido en un 25 por ciento, tanto por la imparable urbanización como por impactos climatológicos como sequías y la erosión del suelo.

Según Lemaux, la población mundial depende de unos 300 cultivos comestibles. La alimentación de la mayoría de los habitantes consiste en 24 de esos cultivos; ocho de ellos son el alimento principal del 85 por ciento de la población. El resto se alimenta básicamente con sólo tres cultivos: maíz, trigo, y arroz.

De ahí que Lemaux y sus colegas constantemente están tratando de perfeccionar semillas que resulten en plantas capaces de producir una mayor cantidad de alimento, con la menor cantidad de agua y espacio posible.

En el caso del arroz, además de la sequía, Lemaux ha logrado crear variedades que también pueden sobreponerse al exceso de agua. Estas se adaptan mejor a las inundaciones típicas en algunos países asiáticos.

Además de crear plantas más resistentes, algunas capaces de desarrollar "sus propios insecticidas", Lemaux busca elevar su contenido de nutrientes - vitaminas, minerales y proteínas - para mejorar la salud en países crónicamente asediados por la pobreza.

"Mil millones de las personas más pobres del mundo dependen de su propia agricultura para subsistir. Y 820 millones pasan hambre diariamente", dijo. "Se alimentan principalmente con arroz, que es una pobre fuente de vitaminas y minerales".

Desde hace algunos años, Lemaux ha estado ayudando a mejorar la producción de una variedad de sorgo modificado genéticamente en países del Norte de África. Por naturaleza, el sorgo no es una buena fuente alimenticia, explicó ella.

La variedad de ese grano mejorado por Lemaux y su equipo en la Universidad de California en Berkeley, aparte de resistir mejor las inclemencias de esas regiones semidesérticas, se ha enriquecido con cinc, calcio y otros nutrientes, incluso un compuesto previtamínico que, una vez digerido, se convierte en vitamina A.

Lemaux confía en los esfuerzos que se realizan en 29 países para combatir el hambre con la ayuda de cultivos genéticamente modificados.

La tierra destinada a cultivos biogenéticos aumentó en 10 por ciento en todo el mundo en el 2010, y  7 por ciento en el 2007, dijo. Argentina y Brasil son ahora los mayores exportadores de frijol soya de ese tipo.

Por su parte, David Zilberman confía también en que la biotecnología agrícola sobreviva los embates de los ecologistas que la culpan de dañar al medioambiente con la producción de biocombustibles.

"Debemos urgir que nuestros gobiernos aceleren la conversión hacia fuentes energéticas más eficientes", aconsejó el científico de la UC.

"Hay muchas cosas más que podríamos hacer para resolver el problema de los gases causantes del efecto de invernadero, en vez de atacar la producción de biocombustibles", agregó Zilberman. "Si tenemos que escoger entre la contaminación y los alimentos, creo que la producción de alimentos es un problema mucho más urgente".

El sitio web de biotecnología de la División de Agricultura y Recursos Naturales (ucbiotech.org) de la UC ofrece recursos educativos, en inglés y español, inclusive, currículos, guías para maestros, actividades interactivas y juegos.


By Alberto Hauffen
Author - Sr. Public Information Representative