DAVIS-(UC)— La producción de cultivos modificados genéticamente en los Estados Unidos sigue siendo un tema controvertido, pero algunos científicos de la Universidad de California consideran que llegó el momento de enfocarse en cómo los agricultores opuestos a esta tecnología y quienes están a favor pueden dejar a un lado el debate y trabajar en producir y vender sus productos según les parezca adecuado.
“El debate continúa dada la percepción que se tiene que escoger entre la agricultura orgánica y las modificaciones genéticas”, observa Alison Van Eenennaam, especialista en genómica animal y biotecnología de Extensión Cooperativa de la Universidad de California (UCCE por sus siglas en inglés). “Esto hace caso omiso de la posibilidad de que puedan existir conjuntamente diferentes sistemas de producción”.
La coexistencia depende del establecimiento e implementación de medidas prácticas que aseguren la integridad de cultivos destinados a distintos mercados. El primer paso, consideran algunos expertos de la UC, es brindar información precisa acerca del tema a los agricultores, ambientalistas, legisladores y consumidores. El equipo de trabajo de biotecnología de la UC ha preparado 15 hojas de datos, evaluadas por expertos científicos, que presentan información básica acerca de la producción y seguridad de cultivos, animales y alimento para animales modificados genéticamente.
La información será útil a condados y agencias estatales en su labor de desarrollar planes para la existencia conjunta de 3 clases de agricultores: quienes siembran cultivos orgánicos, quienes cultivan productos para mercados que no desean cultivos modificados genéticamente, y aquellos que consideran necesarios los cultivos modificados genéticamente para competir en el mercado mundial
“Setenta y cinco por ciento de los alimentos procesados contienen ingredientes modificados genéticamente, como el aceite de semilla de algodón, la proteína de soya, el aceite de canola y el jarabe de maíz con un contenido alto de fructosa”, precisa Peggy Lemaux, especialista en biotecnología de Extensión Cooperativa de la UC y autora de dos de las hojas de datos.
Una hoja de datos de la UC apunta que la evidencia científica recabada a la fecha indica que los alimentos desarrollados con modificaciones genéticas no presentan un riesgo mayor a los consumidores que los alimentos producidos con métodos tradicionales.
Una de las principales preocupaciones de los agricultores que producen alimentos para mercados sensibles a las modificaciones genéticas es la posibilidad de la presencia no intencional en sus productos de material genéticamente modificado. No es posible lograr una pureza total en ningún producto procesado, apunta Lemaux. Se aplican niveles de tolerancia de material no deseado en cada sector de producción, desde las semillas certificadas hasta la producción de alimentos para el mercado convencional.
“La única manera en que podemos coexistir es si ambas partes están dispuestas a colaborar para asegurar que pueden ofrecer a sus consumidores productos que cumplen con sus niveles de tolerancia”, apunta Lemaux. “Es probable que se pueda lograr un nivel de tolerancia de material no deseado en la fase final de un producto de 1 por ciento o menos. En Europa, se venden sin etiqueta productos con una presencia del 0.9 de material modificado genéticamente”.