Davis-(UC)— Aunque no lo dicen los titulares de noticias, igual que un ataque terrorista de grandes proporciones, la diabetes tiene el potencial de dejar un arrollador número de niños y adultos sin vista, mutilados y, en el peor de los casos, sin vida.
Sólo en Estados Unidos, cerca de 21 millones de personas viven amenazadas por la diabetes. Y lo peor de todo esto es que poco más de 6 millones de ellas todavía no lo saben, ni que podrían protegerse con tan sólo mejorar su alimentación y tener más actividad física.
“La mayoría de la ceguera que ocurre aquí en este país es causada por la diabetes; la mayoría de las amputaciones es causada por la diabetes. La mayoría de la gente que tiene diabetes muere de ataques cardíacos, como un 80 o 90 por ciento”, lamenta la educadora de nutrición Gloria Espinoza-Hall, de Extensión Cooperativa de la Universidad de California.
Datos de la Asociación Americana de la Diabetes respaldan tales argumentos:
La diabetes es la causa principal de ceguera entre personas de 20 a 74 años; cada año se diagnostican entre 12,000 y 24,000 casos de rinopatía diabética. Y más del 60 por ciento de las amputaciones no-traumáticas, o sea no relacionadas con accidentes, se deben a la diabetes.
Al observar el 14 de noviembre como el Día Mundial de Prevención de la Diabetes, la asociación predice que alrededor de 241 millones de personas serán víctimas de esa enfermedad.
La diabetes fue la sexta causa de defunciones en el 2002 en Estados Unidos al contribuir al desarrollo de problemas renales y cardiovasculares y otras enfermedades catastróficas.
Por caprichos de la naturaleza, junto con los afroamericanos, indoamericanos y asiáticos, las personas de origen latinoamericano son más propensas a desarrollar diabetes, una enfermedad latente en sus genes y que parece manifestarse más fácilmente con el exceso de peso.
“No podemos cambiar nuestros genes, pero podríamos aumentar la actividad física y comer más sanamente”, sostiene Lucía Kaiser, del departamento de Nutrición de la Universidad de California en Davis y asesora del programa estatal de educación de nutrición de Extensión Cooperativa.
Se predice que una de cada tres personas nacidas en el año 2000 en Estados Unidos desarrollará diabetes; entre las minorías étnicas, el riesgo aumenta a una de cada dos personas.
Aparte del factor genético, el aumento en la incidencia de diabetes parece acelerarse entre inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos a medida que pierden sus hábitos alimenticios tradicionales y consumen más alimentos altamente procesados y comidas chatarra, bebidas y golosinas con alto contenido de grasas y azúcar. El problema es más agudo entre sus hijos.
“Cuando uno emigra aquí, su situación económica cambia. Y quieren brindar a sus niños todo lo que pueden”, explica Gail Woodward-López, directora adjunta del Centro para la Investigación de Peso y Salud de la Universidad de California. Al brindar a los niños todo lo que se les antoja, “esa felicidad a corto plazo afecta su salud”, agregó.
Los padres mismos aumentan su riesgo de desarrollar diabetes al sucumbir a las tentaciones que ofrece la abundancia de productos alimenticios, según Woodward-López. “Pueden comprar todas esas cosas que quizás eran un poco de lujo en su país de origen. Y aquí tienen la oportunidad, quieren aprovechar. Pero mejor que aprovechen de alimentos más saludables”.
Con ese objetivo, en casi todos los condados las oficinas de Extensión Cooperativa ofrecen gratuitamente información para seleccionar alimentos más sanos, ahorrar dinero en la compra de comestibles y, en general, adoptar un estilo de vida más saludable para toda la familia.
Mucha de esta información puede encontrarse también en forma condensada en telemensajes del servicio AsisTel de la UC, llamando al 1-800-514-4494.
Según un estudio realizado por investigadores de Extensión Cooperativa, por cada dólar usado en educación de nutrición, el estado se ahorra alrededor de $8.34 en gastos relacionados con problemas de salud como resultado de una mala alimentación.
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