BERKELEY – (UC) – Un bosque mexicano pristino sirve de ejemplo para mejorar el estado general de las zonas silvestres de California, según Scott Stephens, profesor de ciencias del fuego de la Universidad de California en Berkeley.
Dos veces al año, Stephens realiza expediciones de investigación a la Sierra de San Pedro Mártir, y con estos viajes ha quedado convencido de que los planes de administración forestal en California deben ser modificados para mejorar la resistencia del ecosistema a los insectos, sequía e incendios catastróficos.
Durante siete años Stephens ha venido estudiando los bosques que cuentan con una combinación de pinos Jeffrey y árboles coníferos en el montañoso parque nacional de Baja California, que toma su nombre de San Pedro, mártir cristiano. La cordillera montañosa está conectada a las montañas Laguna y San Jacinto del sudoeste de California. La flora y fauna son parecidas a las de bosques del sur de California y del este de la Sierra Nevada. La principal diferencia es aparente en la época de incendios en estos bosques. La mayoría de los fuegos ocurren en el verano en los bosques mexicanos pero son más comunes hacia fines del verano y en el otoño en los bosques de California.
“Cuando uno está allá, con todos los arbustos, árboles y tipos de suelos conocidos, en ocasiones toca recordarse a uno mismo que se encuentra en México”, precisa Stephens.
Una gran parte de las 100,000 acres del bosque mexicano nunca ha sido cosechada y ha sobrevivido a través de siglos de ciclos naturales de fuego, convirtiéndolo en una muestra viviente de lo que podrían ser muchos bosques en California sin las prácticas de explotación forestal de generaciones anteriores y la fragmentación por el desarrollo urbano e interrupción de los ciclos naturales de fuego.
Los fuegos no son controlados en la Sierra de San Pedro Mártir
Hasta 1970, no hubo supresión alguna de incendios en la Sierra de San Pedro Mártir. Hoy día, hay apenas ocho personas encargadas de apagar las llamas, penetrando el bosque cuando divisan humo y aislando el fuego con brechas cortafuego. En contraste, la mayoría de los incendios forestales en California son controlados agresivamente con cuerpos de bomberos, equipo sofisticado, helicópteros y aviones cisterna.
En San Pedro Mártir no hay casas de veraneo, zonas para acampar con instalaciones, cabañas lujosas, museos ni centros comerciales. En California, muchas zonas montañosas se han convertido en destinos turísticos populosos. Doce mil personas viven en los alrededores del Lago Big Bear, donde se encuentran más restaurantes mexicanos por persona que en las ciudades de la península de Baja California, según el sitio http://bigbear.us. La población en los lagos Mammoth, en la ladera este de la cordillera de la Sierra Nevada, es de aproximadamente 8,000 personas todo el año. En el Lago Arrowhead, conocido localmente como los Alpes del sur de California, una cabaña promedio cuesta más de $200,000.
Otra influencia en el ecosistema actual de los bosques californianos ha sido las prácticas de tala de árboles maderables que se han seguido a lo largo de la historia. Hace unos 125 años los pioneros de California y Nevada iniciaron esta tala en el este de la Sierra Nevada y las montañas de San Jacinto, San Bernardino y Laguna para propósitos de desarrollo urbano y minería.
“Hacia fines del siglo 19, la mayoría de los árboles en la Sierra Nevada oriental se usaron para apoyar las minas de plata”, apunta Stephens. “La tala de árboles maderables que se hizo antes de que los californianos aprendieran acerca de prácticas sustentables alteraron marcadamente los ecosistemas forestales y continúan afectando esos bosques”.
Las diferencias son profundas
Son notables las diferencias que han visto Stephens y su equipo en los bosques mexicanos poco explotados pero frecuentemente incendiados en comparación con los bosques muy desarrollados en California en los que se suprimen los incendios.
Por ejemplo, hace algunos años los árboles muertos, resultado de la prolongada sequía y de los daños ocasionados por un tipo de escarabajo nativo, dominaban el paisaje en las montañas del sur de California. Los bosques mexicanos sufrieron también esa misma sequía, pero muchos más árboles lograron sobrevivir el ataque de los escarabajos. Es más, en el 2003, hubo un incendio de 10,000 acres en la cordillera mexicana.
“Hemos estado trabajando en la zona de ese incendio”, apunta Stephens. “A pesar de que los árboles habían sufrido tremendamente por la sequía, menos del 4 por ciento de los árboles más altos están moribundos. Al final de la sequía en California, aún sin el incendio, habían muerto mucho más árboles. La Sierra de San Pedro Mártir tiene una resistencia que no vemos en ningún lugar en California”.
Stephens atribuye la resistencia del bosque mexicano a su diversidad. Cuando el especialista y su equipo examinaron el bosque, pudieron calcular el número promedio de árboles muertos en pie, árboles viejos, árboles jóvenes y árboles caídos en zonas grandes del bosque; empero, las parcelas individuales sólo reflejan este promedio entre 10 y 15 por ciento de las veces.
“Esto significa que en el 85 por ciento de la región, hay una variación tremenda en la composición del bosque”, observa Stephens. “Pero lo que estamos haciendo en los Estados Unidos es administrar activamente los bosques para las condiciones promedio y lo que estamos obteniendo es un gran manto de árboles. Cuando todas las zonas boscosas son iguales, los incendios, enfermedades y plagas pueden propagarse con mayor facilidad a través del doblamiento forestal homogéneo”.
La diversidad engendra la resistencia
El efecto de los incendios de menor intensidad y relativamente frecuentes que ocurren en la Sierra de San Pedro Mártir son bosques variables en composición y densidad. Cuando las amenazas se presentan y se topan con los espacios y zonas de menor densidad, tienen mejores probabilidades de sobrevivir.
Según sus investigaciones en México, Stephens indicó que la perspectiva que se tiene en los Estados Unidos de la administración forestal debe cambiar. Considera que se puede lograr una mayor diversidad forestal si se brinda más flexibilidad a los guardias forestales, permitiéndoles responder de manera creativa en vez de seguir estrictamente los planes de administración por acre.
“Pueden adentrarse e intentar algunas cosas nuevas para romper con la homogeneidad”, apunta Stephens.
Los estudios forestales de Stephen reciben fondos en su mayor parte de la Estación Experimental Agrícola de la Universidad de California, una organización de investigadores en los planteles de Riverside, Davis y Berkeley afiliados con la División de Agricultura y Recursos Naturales. El próximo viaje de Stephens a los bosque de la Sierra de San Pedro Mártir está programado para octubre del año en curso.