DAVIS-(UC)— La producción de alimentos mediante la biogenética ha encontrado oposición entre agrupaciones defensoras del consumidor y del medioambiente. Pero un científico de la Universidad de California afirma que esa tecnología debe aceptarse y adoptarse para poder hacer frente a una serie de problemas que enfrenta la agricultura.
Los nuevos cultivos producidos al combinar genomas de plantas o animales, según sus detractores, podrían tener efectos nocivos en la ecología y aun en la salud humana. Pero el biólogo Eduardo Blumwald, del Departamento de Pomología de la Universidad de California en Davis, afirma que esos métodos de producción son seguros y necesarios en la agricultura moderna.
“El problema que hay hoy es que tenemos poca agua, tenemos mucha salinidad, tenemos muchos problemas en el campo; la población está aumentando”, hizo notar Blumwald durante un simposio agrícola auspiciado por la Universidad de California.
Según Blumwald, los cultivos transgénicos podrían ser la solución para que los agricultores sigan produciendo alimentos en terrenos cada vez más pequeños y bajo otras condiciones adversas, como nuevas plagas y el aumento de salinidad en suelos de cultivo. Con métodos de modificación genética, él ha contribuido al desarrollo de variedades de tomate y alfalfa que son más resistentes a plagas y que se adaptan mejor a suelos salitrosos y con menos agua.
Blumwald duda que la producción de alimentos transgénicos pueda producir los efectos secundarios en la salud de quienes los consumen, como afirman los detractores de esa tecnología.
“No hay nada de qué preocuparse”, afirmó el científico nativo de Argentina. “Primero, las regulaciones con respecto a alimentos transgénicos son muy estrictas. Y en general, lleva como mínimo ocho o diez años pasar todas las pruebas que son requeridas para demostrar que el alimento que viene de la planta transgénica es sano”.
La producción transgénica está regulada estrictamente por la Administración de Drogas y Alimentos y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, explicó.
Blumwald hace notar que la modificación biológica en la producción de alimentos es tan antigua como la agricultura misma. Como ejemplo, él pone el perfeccionamiento de cultivos que se ha realizado durante siglos mediante injertos, o cruce de partes de plantas, lo que según él no es muy distinto de lo que se hace ahora en los laboratorios de biogenética.
“Qué es lo que hace un injertador de plantas? Agarra una planta que tiene una partícula de un genoma, una partícula de cromosomas y la cruza con otra, esperando que uno de los cromosomas de una planta pase a la otra”, afirmó.
Los proponentes de cultivos transgénicos sostienen que las variedades desarrolladas mediante esa tecnología rinden cosechas más abundantes y son más resistentes a plagas, enfermedades, climas demasiado calientes o muy fríos, la sequía y la salinidad.
En California, la producción agrícola también se ve constantemente amenazada por la reducción de terrenos de cultivo como resultado de la creciente urbanización.
También, los cultivos transgénicos generan más ingresos, como en el caso de frutas y verduras, porque éstas retienen por más tiempo una apariencia más atractiva y apetecible en el mercado. Y según Blumwald, esto beneficia también a los consumidores porque encuentran una mayor variedad, de mejor calidad y a precios más bajos.
“Usted busca calidad. Ahora, si usted encuentra la misma calidad en una que vale un dólar y la otra que vale 50 centavos, usted compra la de 50 centavos”, señaló.
Blumwald piensa que los cultivos transgénicos son quizás la única solución para asegurar el abastecimiento de alimentos, especialmente en países subdesarrollados que tradicionalmente se ven asediados por la hambruna, que en muchos casos resulta de sequías y suelos poco propicios para la agricultura.
“En 10 años de ahora, no va a ver suficiente comida. Y esto va a tener que venir de la agricultura”, predice el científico de la UC. “Pero hoy, la agricultura está muy restringida por el problema de agua y el problema de sequía y el problema de salinidad. Entonces, hay que buscar las soluciones ahora”.
Con respecto a los resultados inquietantes que vaticinan los opositores a la producción transgénica de alimentos, Blumwald hace notar que esos métodos se han usado por años en la industria de productos comestibles.
“Me han dicho que todos esos emulsificadores que usan para hacer helado, por ejemplo, vienen de plantas transgénicas”, anotó Blumwald. “Y todo el mundo come helado. Y nadie se ha muerto por eso”.