Seguridad alimentaria entre familias latinas de bajos recursos

Feb 17, 2004

 

DAVIS-(UC)— La disponibilidad de alimentos necesarios para tener una vida saludable y activa es más limitada para los hogares latinos en California que para otros grupos, según entrevistas hechas por investigadores de la Extensión Cooperativa de la Universidad de California.

 

El concepto de “seguridad alimentaria” es relativamente nuevo; su uso data de los años 80. Según la Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos, inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana”.

 

Para esta investigación, entrevistamos a 212 familias latinas de bajos recursos”, precisa Lucia Kaiser, especialista en nutrición con la Universidad de California en Davis. “Hallamos que 39% gozaban de estabilidad alimentaria, 45% experimentaban inseguridad alimentaria, sin pasar hambre, 13% tenían inseguridad alimentaria y algunas veces pasaban hambre, y en 3% de los hogares la inseguridad era seria, pasando hambre habitualmente.”

 

La seguridad alimentaria refleja las fluctuaciones de la economía nacional. La disponibilidad de alimentos nutritivos en cantidades adecuadas depende tanto de cambios económicos como de patrones cíclicos industriales y agrícolas; éstos reducen la variedad de alimentos disponibles, especialmente frutas y verduras, alimentos que proveen nutrientes muy importantes para la buena salud, y cuya reducción en su consumo tiene un impacto negativo, principalmente en los niños.

 

A pesar de estar ligada a la pobreza, no todos los hogares de ingresos bajos reportan tener inseguridad alimenticia, en parte gracias a programas de asistencia pública, así como ayuda proporcionada por familiares y otras personas a su alrededor.

 

El Censo más reciente indica que entre 1996 y 1998 el promedio nacional de inseguridad alimentaria fue de 9.7%. En California, este porcentaje es del 11.4% de la población.

 

En grupos de antecedentes étnicos diversos, se ha encontrado una conexión directa entre la seguridad alimentaria y una menor disponibilidad y consumo en el hogar de frutas y verduras, lo cual disminuye la variedad de alimentos nutritivos disponibles para los miembros de la familia.

 

A pesar de que los investigadores de la UC encontraron que las madres tratan de consumir menos alimentos para dejarlos disponibles para sus hijos durante períodos de inseguridad alimentaria, de cualquier manera los patrones alimenticios de los pequeños se ven alterados, y este cambio puede presagiar efectos negativos en las buenas costumbres alimenticias de los niños.

 

“Sabemos que el ejemplo de los padres y la oportunidad repetida de probar alimentos nuevos son factores necesarios para fomentar la preferencia de los niños por esos alimentos”, precisa Kaiser. “La falta de frutas y verduras en el hogar puede reducir las oportunidades de que aprendan a disfrutar estos alimentos, tan esenciales para la buena salud.”

 

Muchos hogares latinos en California no pueden costear la compra de alimentos perecederos durante el invierno, dada su dependencia en empleo agrícola de temporada o en la construcción, industrias en las que fluctuá la demanda de trabajadores. Por eso reportan niveles relativamente altos de inseguridad alimentaria en comparación con otros grupos.

 

Estos hogares posiblemente pueden comprar alimentos básicos tradicionales, como frijoles, tortillas, lentejas, etc., durante el verano para consumirlos cuando no haya una fuente de trabajo permanente. Kaiser y sus colegas consideran que proveedores de alimentos suplementales podrían concentrar sus esfuerzos en encontrar maneras de proveer alimentos como frutas y verduras que son más difíciles para estas familias de comprar en el invierno.

 

Entre los participantes en el  estudio, la mayoría dependían del programa WIC como su fuente principal de asistencia alimenticia. Menos del 10% reportaron el uso de despensas caritativas de alimentos o de otras fuentes de alimentos suplementales.

 

“Los programas federales de asistencia alimentaria deben desarrollar programas comunitarios y reclutamiento más efectivos para hacer frente a la inseguridad alimentaria entre esta población”, señala Kaiser. “Aunque 78% de los participantes en nuestro estudio estaban matriculados en el programa WIC, un número mayor pudo haber sido elegible. Además, sólo 25% recibían estampillas para alimentos”, apunta.

 

En los grupos de discusión llevados a cabo por las investigadoras, los trabajadores agrícolas de temporada apuntaron a la falta de información acerca de la nutrición como un factor contribuyente a la inseguridad alimentaria. Las especialistas recalcan la importancia de educar a las familias latinas acerca de los beneficios nutritivos de alimentos tradicionales poco costosos, como los frijoles, tortillas de maíz, lentejas, avena y nopales. Apuntan también que los programas educativos sobre nutrición pueden enfatizar que ciertos alimentos de precio bajo, como los hot dogs, sopas instantáneas de pasta y bebidas con sabor a fruta tienen muy poco valor nutritivo.

 

Otras investigaciones han encontrado una relación entre la seguridad alimentaria y problemas emocionales, sicológicos y académicos en niños de edad escolar, al igual que con el sobrepeso en mujeres. Es posible que períodos ocasionales de restricción de alimentos por razones económicas puedan llevar al consumo excesivo en el futuro cuando hay más dinero disponible en el hogar. Queda por determinar si la flexibilidad de los padres en cuanto al consumo de bocadillos y la selección de alimentos por parte de sus hijos cuando no hay limitaciones alimentarias contribuye también al consumo mayor de alimentos con niveles altos de grasa y azúcar en los pequeños.

 

“Aunque los programas de asistencia pública son muy importantes para aumentar la posibilidad de que los niños consuman alimentos nutritivos, no pueden reemplazar el efecto del ejemplo de los padres en el desarrollo de costumbres alimenticias saludables de por vida,” concluye Kaiser.

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Este artículo se basa en una investigación publicada en la revista California Agriculture, http://calag.ucop.edu/, edición de enero-marzo del 2004.

En inglés


By Alberto Hauffen
Author - Sr. Public Information Representative