No culpen a la Ley Agrícola de la obesidad

Jun 19, 2012

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El Centro para la Promoción de una Buena Salud dio a conocer este mes un reporte sobre los índices de obesidad infantil en 250 ciudades de  California. De acuerdo con el reporte, el 38 por ciento de los niños a nivel estatal sufren de sobrepeso.

Los crecientes índices de obesidad en Estados Unidos están infligiendo un alto costo en la sociedad. En la búsqueda de soluciones, mucha gente ha culpado a los subsidios agrícolas federales de los actuales problemas de obesidad. La Ley Agrícola será sometida a una reaprobación este año.  En estos momentos en los que el Congreso considera algunos cambios, creo que es importante entender que la Ley Agrícola no es culpable del creciente aumento de peso entre los estadounidenses. 

Puede verse como obvio que los subsidios hacen que ciertos alimentos sean más baratos y con ello contribuyan al consumo excesivo, pero cada análisis serio hecho por economistas sobre esta relación ha determinado que esa idea es falsa. De hecho, las políticas agrícolas de EUA (U.S. farm policies) han tenido, por lo general, efectos modestos y mixtos en los precios y cantidades de los productos agrícolas; el efecto general en los precios que pagan los consumidores de EUA por alimentos ha sido insignificante; por consecuencia, el eliminar las políticas agrícolas tendría una influencia insignificante en los patrones dietéticos y la obesidad. 

Los subsidios han resultado, en algunas ocasiones, en una reducción de los precios de algunos productos agrícolas en EUA, como ciertos alimentos de granos o granos forrajeros y consecuentemente en un menor costo en la producción de cereales para desayuno, pan y productos ganaderos. Pero, en estos casos, el efecto de los subsidios en la reducción de precios (y un mayor consumo) ha sido contenido (o hasta revertido) por la imposición de políticas adicionales que restringían las superficie de acres de producción. Además, durante más de una década, alrededor de la mitad de los pagos de subsidios ha proveído incentivos limitados para incrementar la producción porque las cantidades pagadas a los productores se basaron en superficies en acres y producción del pasado, en lugar de tomar en cuenta la producción actual.  Por otra parte, debido a los productos que están sujetos a las barreras de importación de EUA, el efecto de la política es incrementar los precios agrícolas y de alimentos localmente, proveyendo un desincentivo para consumir alimentos que usan estos productos como ingredientes. Las barreras comerciales que se aplican al azúcar, productos lácteos, jugo de naranja y carne importados causa que los precios de estos productos agrícolas se incrementen y por lo tanto, incrementen su costo y desalienten el consumo de alimentos que contienen estos productos. 

¿Y qué pasa con el maíz?  Los subsidios agrícolas son los responsables del incremento en el uso de maíz para producir jarabe de maíz de alta fructosa  (HFCS, por sus siglas en inglés) el cual es un endulzante calórico, pero no de la forma en la que con frecuencia se sugiere. El culpable aquí no son los subsidios para el maíz,  sino la política del azúcar que ha restringido las importaciones, incrementando el precio del azúcar en EUA y motivando a los consumidores y productores de alimentos a reemplazar el azúcar con alternativas endulzantes calóricas o HFCS. Si combinamos la política del azúcar con la del maíz, el efecto neto de los subsidios agrícolas ha sido incrementar el precio de los endulzantes calóricos en general y desalentar el consumo total mientras se provoca un cambio en el uso de endulzantes, de azúcar a los HFCS. Esta falta de motivación ha sido incrementada recientemente por la política de EUA sobre bio combustibles. La actual política de EUA sobre etanol beneficia a los cultivadores de maíz del país al incrementar la demanda de maíz como materia prima. Este subsidio efectivo a los cultivadores de maíz contrarresta mucho más el impacto de otras políticas agrícolas que pueden incrementar la disponibilidad de maíz para uso en alimentos y materia prima. Por lo tanto, el efecto general del conjunto completo de políticas es hacer que todos los alimentos a base de maíz sean más costosos, y no más baratos para los consumidores.

Aún cuando los efectos de la política de los precios de los productos agrícolas fueran grandes y apuntaran a contribuir a la obesidad, el impacto final en los precios de los alimentos sería comparativamente pequeño. Los productos agrícolas que se usan como ingredientes representan una pequeña porción del costo total de los productos alimenticios que se venden al menudeo, y esta porción se ha ido reduciendo en todos los productos agrícolas durante las últimas tres décadas. En promedio, el costo proporcional de los productos agrícolas es de aproximadamente 20 por ciento, pero varía ampliamente: para los granos, azúcar y oleaginosas es de menos del 10 por ciento; para los refrescos gaseosos, un producto que con frecuencia se asocia a la obesidad, la proporción es de aproximadamente 2 por ciento.

Las políticas agrícolas de EUA podrían ser vistas como injustas e ineficientes. Pero ya sea que nos gusten o no estas políticas por otras razones, sus efectos en la obesidad son insignificantes. Los subsidios agrícolas son una maniobra distractora en el contexto de obesidad al igual que la obesidad es una maniobra distractora en el contexto de la política de subsidios agrícolas.  Nuestro cuidadoso análisis cuantitativo de estos temas indica que en su mayor parte, las políticas de subsidios agrícolas de EUA han ayudado a reducir los precios de los productos de manera significativa, ni han tenido un efecto significativo en el consumo calórico. De hecho, si se eliminaran todos los subsidios agrícolas, incluyendo los proveídos indirectamente por las barreras comerciales,  ello podría, en todo caso, llevar a un incremento en el consumo anual per cápita de calorías y un incremento en el peso corporal.  Lo más probable es que las políticas agrícolas han ayudado a disminuir el incremento de la obesidad en Estados Unidos—pero cualquiera que sea el efecto, debe ser pequeño. Comparado a otros factores, las diferencias inducidas por las políticas en precios relativos de los productos agrícolas han jugado sólo un pequeñísimo papel en determinar el consumo excesivo de alimentos y la obesidad en Estados Unidos.

Julian Alston es profesor el Departamento de Economía Agrícola y de Recursos de la Universidad de California en Davis y miembro de la Fundación Giannini de Economía Agrícola de la Universidad de California