Si usted es de los que compra pescado con cierta regularidad es muy probable que se tope con ofertas de tilapia o mojarra. Este pescado blanco, hojaldrado y de sabor suave, que es relativamente nuevo en el mercado estadounidense, se originó en África. Hace alrededor de 10 años que fue introducido a los mercados estadounidenses, algunas veces acompañado de clasificaciones de sostenibilidad favorables por parte de mercados como Whole Foods. La mayoría de la tilapia de granja que se consume en EUA en estos momentos proviene de piscifactorías en Centroamérica.
Pero la sostenibilidad resulta ser un término relativo. “La producción de tilapia trae a colación una amplia variedad de temas — ¿cómo es que los países en vías de desarrollo están tratando de crear sistemas para criar tilapias que sean sostenibles, pero a la vez están luchando contra la contaminación y desperdicios que producen?”, comenta Iles.
La escala de la industria de la acuacultura se está expandiendo alrededor del mundo, generando, según Iles, una serie de impactos medioambientales y sociales que están causando una creciente preocupación. Además del problema de desperdicios que crean las granjas de peces, la alimentación usando otros peces puede mermar aún más la industria pesquera, en cuanto a que si se usa soya para alimentarlos esto involucraría agricultura terrestre, lo cual podría llevar a una deforestación en países como Brasil. Las tilapias de granja que se escapan a la vida silvestre dañan la diversidad genética de las tilapias silvestres y también afecta al suelo. Como resultado, esquemas de certificación múltiples están emergiendo para definir lo que es acuacultura "sostenible" a una escala global.
“Es esencial echar un vistazo a la forma en que estos esquemas están siendo desarrollados porque podrían afectar la forma en la que la industria entera luzca en el futuro”, indica el experto.
Iles y su colaboradora Elizabeth Havice, graduada de doctorado en ESPM, quien es profesora asistente en la Universidad de Carolina del Norte, están examinando dos esquemas de certificación que se encuentran en pleno desarrollo: la Alianza Global de Acuacultura (GAA, por sus siglas en inglés), el grupo comercial de la industria y el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF, por sus siglas en inglés), el cual trabaja en sociedad con el recién formado Consejo Administrativo de Acuacultura.
Un nuevo estudio realizado por la Sociedad para una Industria Pesquera Sostenible, una organización no gubernamental, compara a ambos esquemas y concluye que la certificación del WWF es más estricta en cuanto a sus requisitos que la certificación estándar de la GAA, ya que los granjeros tienden a fallar con mayor frecuencia los requisitos de la WWF. Pero hay muy poco entendimiento sobre por qué y cómo ocurren estas diferencias. Se debe a que las dos organizaciones están usando la ciencia en diferentes formas — por ejemplo, dependiendo de un análisis relativamente limitado que se enfoca en los impactos de los criaderos de peces, versus otro que usa un enfoque sobre el ciclo de vida y que toma en cuenta de donde provienen todos las aportaciones. ¿O se debe a que los negociadores de los esquemas están apuntando a estándares con base en la tecnología que solo las granjas de peces a gran escala pueden satisfacer?
Iles y Havice se han enfocado en los esquemas de WWF y GGA como los más importantes, examinando cómo es que han desarrollado sus estándares, los cuales tienen diferentes requisitos. Al igual que el estudio de la Sociedad de Industrias Pesqueras Sostenibles, los investigadores se están dando cuenta que los estándares del WWF tienen mayores posibilidades de ser sostenibles que los de la GAA.
Pero hace hincapié en que existen diferentes formas de practicar este tipo de acuacultura. Los nuevos estándares, junto con la investigación de Iles para clarificar la ciencia que hay detrás de ellos, deben ayudar a navegar las turbias aguas. “Nuestro objetivo es ayudar a mejorar el proceso basado en la ciencia para desarrollar estos estándares con el fin de que la acuacultura pueda evolucionar en las formas más genuinamente sostenibles y realmente cambie la forma en la que los granjeros en todo el mundo llevan a cabo su trabajo”, indica Iles. Mientras tanto, el experto recomienda que si compra pescado de granja, pida la certificación para ayudar a garantizar que sea más sostenible. Las nuevas certificaciones empiezan a aparecer en las tiendas, así que búsquelas y exija a su tienda que las utilicen.