Es importante porque gran parte de nuestra comida y bebida dependen del crecimiento saludable de las plantas, pero los factores que determinan ese "crecimiento saludable" van más allá de la necesidad de agua y sol.
Los insectos también tienen un papel importante en la vida de las plantas. Por ejemplo, sin las abejas, ¡algunas plantas no podrían producir frutas! Esta relación planta-insecto es beneficiosa tanto para la abeja como para la planta y se le conoce como mutualismo, “hoy por mi y mañana por ti.” Hay otros dos tipos de relaciones o simbiosis, que los insectos pueden tener con las plantas, comensalismo cuando una parte se beneficia, pero la otra no se ve afectada. Por ejemplo, hay bacterias que viven en los intestinos de los humanos sin causar daño, absorbiendo nutrientes que de otra manera serían un desperdicio. El otro tipo de simbiosis es el parasitismo, cuando una parte se beneficia a expensas de la otra.
La chicharrita de alas cristalinas es un insecto que se alimenta del líquido del interior de las plantas. Específicamente consume un líquido de la xilema, que es un tejido vegetal interno que lleva el agua y los nutrientes desde las raíces al resto de la planta. Imagínate que te sientas a comer y un extraño se lleva tu comida antes de que esta llegue a tu boca. Ahora imagina que cada vez que te quitan la comida de tu tenedor se quedan gérmenes. Esto es lo que hace la chicharrita cada vez que se alimenta.
La plaga toma los nutrientes de la planta usando su boca en forma de aguijón y dejando una bacteria llamada Xylella fastidiosa (pronunciado silela o sailela). Las bacterias viven prácticamente en todas las superficies imaginables, incluida la boca de los insectos, la manija de la puerta del baño y, como mencioné anteriormente, en nuestro sistema digestivo.
Xylella se encuentra naturalmente en la chicharrita y en el tejido de la xilema de las plantas (es posible que hayas adivinado por los nombres: xilema, Xylella). Xylella es generalmente inofensiva, pero esto está cambiando, toda vez que, al alimentarse de la vid, la chicharrita infecta la planta con Xylella.
Dentro de la vid, esta bacteria causa la enfermedad de Pierce. Los síntomas incluyen frutas podridas y hojas secas o marchitas que se tornan color marrón con venas amarillas. Xylella es muy feliz viviendo dentro de la vid al punto que forma masas de gel que bloquean el movimiento del agua y los nutrientes dentro de la planta.
Así es como un insecto tan pequeño se roba los nutrientes de las plantas, al mismo tiempo que la infecta con la enfermedad de Pierce, lo que podría significar un peligro para nuestras uvas de vino. El insecto y su bacteria tienen el poder de devastar a una industria económicamente importante ¿qué se está haciendo para controlar la propagación?
Probablemente pienses en insecticidas, pero no todas las variedades de uva de vino pueden tolerarlas.
Los científicos están investigando como incorporar procesos biológicos naturales para proteger a las uvas de vino. Hay avispas parásitas que pueden ayudar a controlar la población de las chicharritas mediante la destrucción de sus huevecillos. Este enfoque se probó en California hace más de 10 años con cierto éxito.
Otra estrategia es recurrir a todos los microorganismos que viven en la vid para defender su hogar. ¿Recuerda la flora intestinal o bacterias buenas que tenemos en nuestro sistema digestivo? Las plantas también tienen algo similar. En la última década, se han realizado investigaciones para comprender cómo los microbios nativos pueden evitar que Xylella se establezca en la viña. Se ha demostrado que estos microbios nativos, llamados "endófitos", suprimen con éxito el crecimiento de Xylella, pero el problema es que la protección no es a largo plazo.
Los científicos siguen investigando para desentrañar los misterios de los microbios beneficiosos. Si podemos determinar cómo defienden su hogar, su vid, entonces podemos idear nuevas estrategias para aumentar sus capacidades de protección.
Así que la próxima vez que te sirvas un poco de vino, asegúrate de brindar por los microbios nativos que mantuvieron a salvo la vid mientras crecía.