La mayoría de las cocinas estaban bien surtidas con frutas, verduras, legumbres y mucho pan de trigo. Los investigadores hicieron un inventario de los alimentos en cinco hogares antes y después del entrenamiento y pudieron documentar mejoras significativas atribuibles al currículo de educación sobre nutrición titulado Planear, Comprar, Ahorrar y Cocinar (Plan, Shop, Save & Cook), creado por UC ANR,
“Las clases ayudaron a las familias a hacer pequeños cambios que marcaron la diferencia, llevando a modestos, pero importantes ahorros al final del mes. Si sus alacenas están vacías, cinco dólares extras en el bolsillo son significativos”, dijo Susan Algert, asesora de nutrición, y ciencias del la familia y del consumidor con Extensión Cooperativa para UC ANR en el condado de Santa Clara. “Las familias dieron un giro y gastaron esos ahorros en algo saludable, lo cual es algo que les pedimos que hagan”.
Un reporte sobre el programa piloto fue publicado este mes en el Journal of Hunger & Environmental Nutrition. Las familias que participaron son todas elegibles para el programa del gobierno federal de Asistencia Suplementaria sobre Nutrición, el cual en California recibe el nombre de CalFresh. Al componente educativo, administrado por Extensión Cooperativa de UC ANR se le conoce como UC CalFresh.
“Husmear en las alacenas es mucho trabajo, pero resulta revelador”, dijo Algert, autora principal del estudio. “Esto nos da una buena idea de qué cambios hace la gente en casa después de que participan en nuestro entrenamiento”.
Por lo general, la eficacia de los programas de educación sobre nutrición se juzga pidiendo a los participantes que llenen encuestas antes y después de asistir a las clases, pero los errores debido a la atención, comprensión, memoria y registro de información pueden llevar a conclusiones inexactas.
“La observación directa es la regla de oro y es conducida por investigadores quienes van a la casa del participante y registran todos los alimentos presentes en el hogar: en el refrigerador, congelador, alacena y en cualquier otra parte”, señaló Algert.
En la evaluación piloto, todos los participantes eran mujeres mexicanas o mexicoamericanas de entre 27 y 50 años de edad. Una educadora hispanoparlante de UC CalFresh presentó tres clases de dos horas cada una diseñada para ayudar a las familias a hacer rendir su dinero e incrementar el consumo de frutas, verduras y granos integrales. Las sesiones de clases incluyeron información sobre la guía de nutrición Mi Plato del Departamento de Agricultura de EUA, tamaños de porciones, comparación de compras, lectura de las etiquetas, planeación del menú, grasas saludables, reducción de azúcares, clases de cocina y el uso de sobras.
Una tendencia alentadora, dijo Algert, fue que los fondos provenientes del dinero ahorrado no fueron utilizados para comprar comida chatarra, sino para adquirir alimentos más caros como papayas y mangos y pan de grano integral, que es un poco más caro que el blanco.
“Habiendo trabajado con latinos durante muchos años, esto tenía sentido para mi”, mencionó Algert. “Ellos querían frutas que formaran parte de su cultura familiar de México”.
Cuatro de las cinco familias cambiaron a pan de trigo integral.
“El pan de harina integral ha bajado de precio a 2.50 o 3 dólares, por lo que es un comportamiento que las familias pueden cambiar muy rápidamente”, indicó Algert. “Una familia no cambió a pan de harina integral porque según la madre, la familia prefería el sabor del pan blanco”.
Cuatro de las cinco familias lograron comprar menos usando las habilidades que aprendieron en el entrenamiento del programa UC CalFresh, incluyendo la planificación de menús, la preparación de recetas más saludables desde cero y hacer listas de compras.
Una de los participantes dijo que “solía gastar entre cien y ciento cincuenta dólares a la semana en alimentos. Ahora gasto la misma cantidad pero cada dos semanas. Estoy ahorrando mucho”.
Otra participante dijo que el apegarse a la lista de compras ayuda a la familia a mantenerse dentro de su presupuesto”. “Ahora evito llevar a mis hijos a la tiendas 7/11 o de conveniencia porque los alimentos allí no son saludables y solo contribuyen a un mayor gasto, dijo la participante. “De esta manera, estoy ahorrando dinero que puedo usar para comprar alimentos más saludables”.
Author - Administrative Assistant III