La uva es una de las frutas más versátiles por su gran variedad en color, sabor y tamaño. Es un bocadillo apropiado para consumir todo el año por su alto valor nutritivo, pero en la temporada de fin de año la demanda crece cuando las mesas se adornan con uvas y los paladares saborean los finos vinos californianos. En la noche del 31 de diciembre (Nochevieja), una tradición de origen español que se ha extendido a México y otros países latinoamericanos consiste en comerse 12 uvas, y pedir un deseo por cada campanada a las 12 de la noche.
“La uva es uno de los principales cultivos en el estado; se encuentra entre los primeros cinco con la mayor producción en el Valle Central. También en el desierto hay una producción pequeña pero muy importante porque es el Valle de Coachella -el primer productor de la uva de mesa en el país- el que determina el valor de la uva a principios de la temporada”, sostiene Carmen Gispert, experta en la producción de uva de Extensión Cooperativa de Universidad de California.
En California se produce el 98 por ciento de la uva fresca que se consume en el país, siendo el tercer cultivo más importante en el estado, después de la leche y las almendras. En casi todos los condados del estado se produce uva en mayor o menor escala.
Los misioneros españoles fueron los primeros en cultivar la uva en el continente americano. En 1769 Junípero Serra estableció una misión en San Diego y el primer viñedo. Entre 1860 y 1880, se establecieron varias bodegas y la industria del vino creció rápidamente. La Universidad de California estableció un importante centro de investigación en Berkeley, y viñedos experimentales en varias regiones del estado. A pesar de que el Estado Dorado ha venido produciendo uva desde el Siglo 18, fue a partir de 1976 que los vinos de California empezaron a adquirir renombre mundial.
Actualmente en California se producen más de 80 variedades; pero gracias a las investigaciones de científicos y asesores agrícolas de la División de Agricultura y Recursos Naturales de la Universidad de California (UC ANR) y el USDA, se desarrollan y evalúan nuevas variedades. Este es el caso con una variedad de uva que Gispert ha evaluado bajo condiciones extremas como las que prevalecen en el desierto del Valle de Coachella.
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“Le ha tomado alrededor de 13 años al investigador de la USDA que creo estas uvas para tener la planta inicial ya que tiene que ir cruzando el polen de diferentes uvas y seleccionar las características que desea, si quiere tener una uva roja, verde o negra. Se selecciona también el sabor, tamaño, color y tiempo de maduración, y cada año que cruza el polen elige una de estas características. Y año con año va creando una semillita que va acarreando todas esas características hasta obtener la planta madre de la cual se cortarán pequeñas porciones de madera para hacer los esquejes que se van a plantar los que ser idénticos a la planta original. Las nuevas plantitas se evalúan en Fresno por 5 años y se decide cuáles son más tolerantes al calor; esas son las que yo analizo en el desierto por 6 años para ver si toleran las temperaturas extremosas”, indica la experta.
Gispert indica que recientemente se cosechó el primer cultivo de una variedad de uva producida en el desierto que podría salir al mercado en dos años. “Se llama Perla del Valle es una uva verde, redonda que madura muy temprano, tiene un sabor muy particular porque está cruzada con una uva con sabor moscabado. Es una uva hermosa y acaba de producirse por vez primera en el desierto”, sostiene la asesora agrícola.
La creación de esa uva ha sido un largo proceso. “Uno de los retos más grande en el caso del desierto es obviamente el medioambiente porque tenemos temperaturas extremas, pero también el manejo adecuado del agua y la salinidad que es muy alta en el desierto. Entonces estas uvas deben ser tolerantes a la sal y a las altas temperaturas; los insectos y las enfermedades pueden acarrear problemas pero afortunadamente tenemos programas para prever el posible impacto de daños causados por insectos”, explica la experta.
Estadísticas oficiales indican que en la actualidad el área de producción de uva en el estado abarca 928,000 acres. La producción de uva de vino comprende 615,000 acres y la del mesa 121,000. Es una industria fuerte y muy competitiva que sorprende por la gran variedad de uvas disponibles. Y es de conocimiento general que los vinos californianos han conquistado el mercado doméstico y mundial.
Investigaciones del Centro de Asuntos Agrícolas de la UC indican que aunque los estadounidenses consumen menos vino que los europeos, en los últimos años han aumentado su consumo, debido en parte a estudios hechos en Francia que relacionan el beber vino con menos problemas cardíacos.
Las uva de mesa y la uva para vino tienen características diferentes: la primera se cultiva para hacerla más atractiva a los consumidores y son uvas más grandes y sin semillas, la pulpa es más dura y la piel fina, y tienen menos acidez y azúcar. En cambio la uva de vino es más dulce y tiene sabores más fuertes, son pequeñas y tiene piel gruesa.
“Con la uva de mesa es importante el tamaño, el sabor y el tiempo de maduración; la planta se debe manejar varias veces para reducir el número de flores para que así haya espacio suficiente para que la fruta pueda crecer. En cambio, la uva de vino se enfoca en la manipulación del cultivo para aumentar sabor y darle las características muy particulares al vino”, indica Gispert.
En California se pueden encontrar uvas todo el año: la producción estatal ocurre desde finales de la primavera hasta el otoño, y luego, a partir de diciembre y hasta mayo, se importan uvas de Chile. La temporada de la uva en el Valle de Coachella es importante porque es en esa región que se determina el valor de la uva para el mercado de California.