ALAMEDA (UC)- Los dichos populares advierten claramente de lo que ocurre cuando sobra el tiempo de ocio y faltan las buenas intenciones: "La ociosidad es la madre de todos los vicios". Otro dice: "Una persona ociosa tienta al diablo para que la tiene". Las consecuencias pueden ser devastadoras, sobre todo cuando se trata de adolescentes: "Una vida ociosa es una muerte anticipada".
Por eso los especialistas en desarrollo juvenil de Extensión Cooperativa de la UC se esfuerzan en mantener ocupada a la juventud, de 7 a 19 años de edad, pero con actividades divertidas y constructivas. Algunos de ellos, como Charles Go, incluso se esfuerzan en ayudar a rescatar a los adolescentes que ya forman parte de los sistemas carcelarios.
"Tenemos que hacerlos regresar a lo más básico; habilidades básicas para la supervivencia, como el preocuparse por el bienestar de los demás, el respeto mutuo, la cooperación, planificación”, explicó Go, asesor del programa de desarrollo juvenil 4-H de la UC en el condado de Alameda.
Una manera que está dando buenos resultados en lograr la rehabilitación de esos jóvenes reclusos es mediante la jardinería, dijo Go. Por eso él ayudó a establecer un jardín experimental en un reclusorio para delincuentes juveniles del área de la Bahía de San Francisco
Se trata de adolescentes que, como resultado de relaciones familiares poco sanas y amistades menos estimulantes, se encuentran bajo custodia de los departamentos de Libertad Condicional para Delincuentes Juveniles y de Servicios de Salud Mental del condado de Alameda.
En ese jardín experimental no se cultivan rosas ni otras flores cuya belleza y aromas, según los poetas, causan regocijo. Se cultivan hortalizas que, según Go, nutren a estos adolescentes en cuerpo y alma.
"Así también se solucionan problemas de salud mental al trabajar mano a mano con sus terapistas y compañeros reclusos", dijo Go. "Están aprendiendo a trabajar juntos".
Cada ocho semanas, se designa un grupo de 10 reclusos para operar el huerto de hortalizas, desde la siembra hasta la cosecha.
Go afirma que la práctica de la jardinería ayuda a estos adolescentes a recuperar su autoestima y a canalizar sus inquietudes de manera positiva. Cultivan tomates y otras hortalizas que luego las consumen con sus compañeros en el reclusorio. También sirven como prueba de su progreso en el período de rehabilitación.
"Los muchachos internos comen lechuga recién cosechada cada semana", dijo el asesor juvenil. "Se benefician ellos mismos, se benefician sus compañeros y benefician a sus familias al llevar a casa un poco de lo que cosechan".
De esa manera, estos adolescentes están recuperando su autoestima al ver que pueden tener un impacto positivo en sus vidas y en las de otras personas con las hortalizas que producen.
"Las ponen en canastas y algunos de ellos las llevan a sus casas. Así que no sólo pueden crear algo sino que pueden mostrarlo a sus padres y decirles, 'mamá, mira: pude crear algo. ¡Y no fue algo criminal!', cosas por el estilo", compartió el especialista en desarrollo juvenil de la UC.
En base a los resultados del programa piloto, Go está creando un currículo para ayudar a otros adolescentes reclusos a reintegrarse a la sociedad al terminar sus condenas carcelarias mediante la jardinería y los muchos beneficios que resultan de esa actividad.
"Obviamente, uno de estos es la educación, la planificación. Muchas habilidades valiosas surgen de ella", dijo. "Y también hay mucha evidencia de que la jardinería es bastante terapéutica; ayuda a los adolescentes que, por ejemplo, han perdido el sentido de responsabilidad".
El simple hecho de observar como una semilla se convierte en una planta que produce alimento, según él, tiene un gran impacto en las mentes juveniles. Uno de los internos, contó Go, se apegó tanto a la planta que él cultivó que al terminar su período la sacó del suelo, la transplantó en una maceta y pidió que le permitieran llevársela a casa al terminar su condena.
"Si uno enseña a un niño a preocuparse por el bienestar de alguien op algo, aunque sea de una planta, por ejemplo, podría comenzar a prestar mayor atención a otras cosas. Es como una pequeña semilla que plantamos en sus mentes", indicó el especialista en desarrollo juvenil.
Go aconseja no esperar a que los adolescentes se vean en problemas de comportamiento para plantar en los hijos esa semilla de responsabilidad hacia ellos mismos y hacia los demás.
Las presiones de la vida moderna entre los adolescentes, además de predisponerlos a la delincuencia, está elevando las tasas de suicidio, especialmente entre los latinos y los afroamericanos.
"Como el 10 por ciento reportó haber contemplado cometer suicidio. Y de esa cantidad, uno de cada cinco dijo haberlo intentado”, dijo Go en referencia al sondeo entre unos 1,500 alumnos de escuelas secundarias de Oakland.
Por eso Go urge que los padres aprovechen cualquier ocasión para enterarse de las preocupaciones y problemas que afectan a sus hijos, y así poder encontrar la manera de ayudarles a resolverlos.
"A la hora de la cena, o de cualquier comida; hay que pedirles que se sienten a la mesa. Eso es lo que solíamos hacer por muchos años; no sé si a esta generación se le ha olvidado", anotó Go. "Hay que hablar con ellos a la hora de comer, juntos a la mesa. Este es un momento familiar muy valioso”.
Go indica otra oportunidad para dialogar con los hijos y tratar de conocer lo que les preocupa:
"Al ir manejando el automóvil, al ir con los hijos, cuando son algo así como un público cautivo; yo creo que mucha gente no aprovecha este tiempo tan importante para conversar con los hijos y tratar de conocerlos mejor”, añadió el especialista de 4-H de la UC.
Para informarse mejor más acerca de los beneficios que ofrece el programa de desarrollo juvenil 4-H de la Universidad de California, contacte la oficina de Extensión Cooperativa de la UC en su condado, o visite el sitio internet http://www.ca4h.org.