HOLLISTER (UC)- Desde muy joven, María de la Fuente aprendió de la importancia de aprovechar cualquier oportunidad que ofrece la vida y de dedicar esfuerzo y talento para obtener el mayor beneficio posible. Como asesora agrícola de Extensión Cooperativa de la Universidad de California, De la Fuente se esmera en compartir esa filosofía con quienes viven de la agricultura, especialmente los inmigrantes latinos.
"Claro, requiere a veces sacrificio y esfuerzo. Pero con tesón y con perseverancia, casi todo, si no es que todo, se puede conseguir en esta vida", anota la especialista agrícola.
Ella atribuye esa convicción a su padre, entomólogo de profesión, lo que influyó en la vocación por las ciencias agrícolas de tres de sus hijos.
"Mi papá murió muy joven y era yo muy niña. Pero él era mi héroe; él siempre nos enseñó que la mejor herencia que cualquier padre podía dejar a sus hijos era la educación", contó De la Fuente. "Porque las cosas materiales van y vienen, pero lo que aprendes y se queda en tu subconsciente y en tu cerebro y en tu corazón es para toda la vida".
También les heredó la convicción de vencer obstáculos. "Mucho de mi empuje ha sido también porque desde pequeña mi papá, el doctor Jesús Mario de la Fuente Villarreal, siempre nos enseñó que no había diferencia entre la capacidad que puede tener un varón con la que puede tener una hembra".
Esto puede reflejarse a lo largo de la vida profesional de María de la Fuente.
"Crecí sin barreras. Y como yo admiraba tanto a mi padre, por eso seguí sus pasos", dijo. "Desde chiquitos nos llevaba al campo a ver sus experimentos y luego a los laboratorios. Entonces yo me enamoré de su profesión".
De la Fuente dedicó su atención a la fitopatología, una ciencia que, a diferencia de la su padre que se enfocaba en combatir plagas, ahonda en las enfermedades y patógenos microscópicos que amenazan los cultivos agrícolas. Siendo muy joven, ella obtuvo su licenciatura como ingeniera agrónoma parasitóloga en 1979 del Instituto Tecnológico de Monterrey, en su natal México.
"En mi generación, nos recibimos más o menos 450 ingenieros agrónomos; fuimos 7 mujeres", rememoró recientemente la especialista de la UC. Lejos de amedrentarle la disparidad en esa profesión, que todavía sigue dominada por hombres, De la Fuente comenzó así una impresionante cadena de logros profesionales.
Aun siendo estudiante, fungió como profesora asistente de su universidad. Casi inmediatamente después de su graduación, aprovechó la oportunidad cuando le ofrecieron formalmente una posición académica como instructora de los cursos prácticos de laboratorio.
"Luego me dieron beca para empezar a estudiar mi maestría. Pero cuando estaba estudiando mi maestría me salió una oportunidad para irme a estudiar a Holanda", dijo. "Me ayudaron a negociarla por ser catedrática del Tecnológico de Monterrey".
En 1985, no sólo concluyó sus estudios de maestría, en Wageningen, Holanda, sino que también aprovechó esa oportunidad para obtener una especialización en Horst en el Centro de Entrenamiento para Productores de Champiñones en ese país.
A su regreso de Europa, De la Fuente se reincorporó al cuerpo docente del instituto localizado en la capital del estado de Nuevo León. Surgió otra oportunidad.
"En cuanto regresé, me dieron un puesto administrativo". De la Fuente se convirtió en la primera mujer en dirigir uno de los departamentos académicos de su universidad, el Programa de Investigación y Desarrollo, impartiendo cátedra y al mismo tiempo sirviendo de enlace entre esa institución y el sector agropecuario.
"Yo negociaba con los catedráticos de la universidad y la industria para proporcionar apoyo a la agricultura en el país", explicó.
De la Fuente tiene gratos recuerdos de sus experiencias como catedrática. Pero lamenta que, no obstante su capacidad científica, no encontró el mismo grado de aceptación entre sus colegas universitarios y, sobre todo, en el sector agrícola al que ella trataba de ayudar.
"Aquí no tengo ningún problema. Allá sí tenía problemas porque los agricultores, los dueños de las propiedades, pues eran varones. Y no les gustaba que una joven, una mujer, viniera a decirles cómo hacer las cosas", dijo. "El problema más que todo es que la gente no está acostumbrada a ver mujeres en el campo allá en México. Aquí sí. Aquí, el trabajador hispano es muy sencillo, acepta inmediatamente una autoridad femenina".
Lejos de desistir, De la Fuente siguió aprovechando las oportunidades que le surgieron para avanzar en su campo académico. "Estando de catedrática en el Tecnológico de Monterrey terminé un doctorado en el '87 y luego me salió otra oportunidad para venirme a hacer un doctorado a Estados Unidos. El Consejo Mundial de Biotecnología me dio una beca y me fui a la Universidad Estatal de Iowa".
En esa universidad conoció a Zak Mousli, un estudiante de Damasco, Siria, con quien se casó y tiene dos hijas: Farrah Mayela (18 años) y Leyla Maria (16). "Si te fijas, un nombre árabe y otro hispano" anota De la Fuente, orgullosa de la etnicidad de su familia.
Con sus respectivos títulos de doctorado, De la Fuente regresó a México junto con su esposo en 1990 para reintegrarse como catedrática en el Tecnológico de Monterrey; él encontró la limitante del idioma para enseñar a nivel universitario y trabajó como profesor de ciencias en la Preparatoria Internacional, que es parte de la misma institución y donde todas las clases eran en inglés.
"Era muy difícil para él trabajar porque la gran mayoría de las clases, sobre todo a nivel de universidad, son en español y él no dominaba muy bien el español", explicó. "Pero no se sentía que estaba realizando toda su capacidad; él tiene un doctorado en física de suelos".
Ambos solicitaron y obtuvieron empleo con la Universidad de California en 1996 y residen en el condado de Santa Clara, donde ella estuvo a cargo de Extensión Cooperativa de la UC de1999 a 2009.
Desde su llegada a California, De la Fuente se ha esforzado por hacer llegar los servicios de Extensión no sólo a los productores sino también a los trabajadores y sus familias, especialmente durante su gestión como directora de Extensión en su condado.
"Me aseguraba de que se los dábamos a las familias de los trabajadores de los ranchos con los que yo trabajaba. Era como un matrimonio de nuestros programas muy bueno porque yo sentía que ayudaba a la fuerza laboral a educarse un poquito más en la industria en la que están trabajando", dijo. De esa forma, otros educadores de Extensión "venían y les daban las clases de nutrición a las familias".
"Algo por lo que siento especial, pero especial orgullo es que si no más del 70% de mis servicios de Extensión están planeados y dirigidos hacia todas las minorías, especialmente los hispanos", añadió.
La especialista dice haber encontrado un motivo especial de inspiración en un gran número de inmigrantes latinos con deseos de convertirse en productores. Pero está consciente de los obstáculos que enfrenta el agricultor inmigrante en comparación con el nativo quien, según ella, tiene varias ventajas que le provee el sistema educativo. Por ende, está expuesto a todos los servicios que le pueden ser de utilidad y una serie de oportunidades usualmente fuera del alcance de muchos inmigrantes.
"Por ejemplo, desde muy chicos, los hijos de los agricultores anglosajones se enteran de que hay oportunidades para pedir préstamos aquí, que hay apoyo acá, que hay esto más allá. Apoyo al negocio simple y sencillamente. Y el inmigrante, uno- no tiene ese entrenamiento, y dos- desconoce todas esas oportunidades", explicó.
De ahí que De la Fuente y sus colegas de Extensión se esmeren en ayudar a que más latinos puedan triunfar como agricultores, aun cuando la mayoría no posee terrenos cultivables.
"La gran mayoría de los hispanos que tienen operación aquí rentan la tierra. Pero al menos ya es su propio negocio, ya son productores. Ellos hacen el trabajo y ellos tienen las ganancias", explicó.
Sin embargo, De la Fuente lamenta que la contribución de los inmigrantes latinos a la agricultura de California es principalmente como fuerza laboral y en condiciones poco deseables, especialmente entre las mujeres.
"Es obvio que la contribución es increíble. Lo que parece todavía, a mí, más doloroso es que cuando menos el 20 por cientode la fuerza laboral en el campo, de sol a sol, son mujeres", dijo. "Vengo de mi casa a aquí a Hollister, paso por la carretera 25, que son campos y campos y hay mucha fresa y mucha lechuga y muchos chiles y muchos tomates. ¿Y a quiénes ves pepenando o cosechando? ¡Mujeres!".
Ese es quizás el único punto en el que De la Fuente está en desacuerdo con respecto a la igualdad de capacidad que ella percibe entre hombres y mujeres.
"Desde el punto de vista de mujer sí, es cierto, no hay nada que un hombre pueda hacer que yo no pueda hacer como mujer. Sin embargo, también tengo que admitir que, en cuanto a mi resistencia, somos el sexo débil", remarcó. "Y entonces es penoso ver eso, que están ahí, sobre todo en la cosecha de la fresa, que cosa tan espantosa que están ahí, ¡caminando encorvadas todo el día!"
Por eso María de la Fuente recalca la importancia de aprovechar oportunidades de superación personal que según ella están al alcance de la mayoría de mujeres y hombres inmigrantes latinos.
"En esta tierra de oportunidades, que a veces son oportunidades que no tenemos necesariamente en nuestros países de origen, debemos aprovecharlas. Hay muchísimas instancias de apoyo a la mujer y a los latinos. Entonces, como mujeres deberíamos de enfocarnos un poquito más en ver cómo podemos sacar provecho de eso", afirmó.
Pero ella enfatiza que, en última instancia, el éxito depende del deseo y esfuerzo para lograrlo.
"A veces no nos damos cuenta de las grandes bendiciones que hemos tenido en la vida. Y yo, sinceramente, estoy muy agradecida por tenerlas", dijo. "Es como la parábola de los talentos: Dios te da y Dios te va a pedir. Entonces, yo sé que a mí me dio esta capacidad y me dio estas oportunidades; las tengo que aprovechar al máximo porque si no estoy desperdiciando talentos que se me han otorgado”.
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