BERKELEY-
(UC)
– Dos de los árboles más preciados en California – la secoya costera (coast
redwoods) y el abeto de Douglas (Douglas fir) – son susceptibles al
patógeno Phytophthora ramorum que causa la
muerte repentina de los robles, según ha sido confirmado por investigadores de
la Universidad de California. Durante los últimos siete años, la muerte
repentina de los robles, una enfermedad muy contagiosas, ha destruido miles de
robles a lo largo de la región costera en el norte del estado.
Investigadores
de UC Berkeley y UC Davis han podido aislar el patógeno, que causa la muerte repentina de los robles.
El patógeno fue aislado de ramas y agujas de secoyas y de abetos de Douglas
jóvenes que mostraban síntomas de la infección. Los investigadores identificaron
el constituyente genético esencial o ADN de este patógeno a comienzos del año,
pero sólo lo pudieron confirmar cuando lograron aislar una cultura viviente del
patógeno en las muestras recogidas.
No
se sabe con certeza que tan serio puede ser el impacto de esta enfermedad en
las secoyas costeras y los abetos de Douglas, ambos de vital importancia
ecológica y económica para el estado, especialmente para la industria maderera,
de viveros, de jardinería ornamental y de la construcción.
Las
secoyas jóvenes infectadas se hallaron en el Parque Estatal Jack London en el
condado de Sonoma y en el Parque Estatal Henry Cowell, en el condado de Santa
Cruz. Los abetos infectados se encontraron en otro lugar en el condado de
Sonoma.
Los
investigadores también realizaron pruebas de ADN en retoños enfermos que estaban
creciendo alrededor de la base de secoyas adultas en los condados de Marín,
Alameda y Monterey.
El
número de especies de plantas susceptibles a la muerte repentina de los robles
ha ido en aumento desde que se descubriera la enfermedad en el condado de Marín
en 1995. Con la secoya y el abeto de Douglas, el número de especies de plantas
que pueden verse afectadas por esta devastadora enfermedad a nivel mundial
asciende a 17; 16 de estas plantas se encuentran en California.
“Parece que algunas especies pueden tolerar el
patógeno mejor que otras”, indicó David Rizzo, profesor adjunto del Departamento
de Patología Vegetal en UC Davis. La investigación fue unproyecto de colaboración entre los laboratorios de Rizzo y
de Matteo Garbelotto, profesor adjunto de ciencias de ecosistemas y especialista
de Extensión Cooperativa en el Colegio de Recursos Naturales de UC
Berkeley.“Vemos
una amplia variedad de síntomas: desde cancros severos en el tronco de robles
hasta manchas pequeñas en las hojas del castaño de Indias (buckeye),”
precisó Rizzo.
Los
investigadores no saben a ciencia cierta lo que los hallazgos recientes
representan para el bienestar de las secoyas y los abetos de Douglas a largo
plazo. “Puesto que no hemos visto evidencia de muerte o síntomas de esta
enfermedad en secoyas o abetos maduros, no podemos saber cuáles serán los
efectos de la infección a largo plazo”, indicó Garbelotto.
Garbelotto
subrayó que los síntomas solamente han sido detectados en agujas y ramas muy
pequeñas de secoyas. “Lo que nos sorprendió respecto a las secoyas fue haber
encontrado el patógeno en todos los sitios donde hicimos pruebas”, preciso el
investigador. “Por otra parte, sólo encontramos árboles jóvenes de abetos de
Douglas infectados en un lugar en el condado de Sonoma, pero parecen mostrar una
reacción más severa a la infección. Estos árboles se encontraban directamente
debajo de árboles de laurel seriamente infectados. No sabemos si había algo en
particular en ese sitio que contribuyera a que el abeto de Douglas fuera más
susceptible a la infección que en otras zonas.”
Además
de examinar árboles enfermos, los investigadores llevaron a cabo una serie de
pruebas de laboratorio para determinar cómo afectaría el patógeno a árboles
saludables y confirmar si el patógeno era la causa de los síntomas que habían
observado.
Rizzo
y Garbelotto indicaron que no se ha
podido determinar la causa de la muerte de un roble maduro en el Valle Mill,
hallazgo que fuera dado a conocer ampliamente hace algunos meses, culpándose al
patógeno de la muerte repentina de los robles. Los investigadores hallaron que
además de contener el patógeno, el roble parecía haber sido afectado por otras
tres infecciones micóticas.
El
hallazgo del patógeno Phytophthora
ramorum en
los robles,
uno
de los árboles más queridos y representativos de California, despierta muchas
emociones para los residentes del estado. Estos árboles majestuosos alcanzan más
de 350 pies de altura y viven de 600 a 2,000 años.
“Puede
tomarnos años antes de que podamos determinar el impacto ecológico de esta
enfermedad en las secoyas de la costa y en los abetos de Douglas,” indicó Rizzo.
Los investigadores enfatizan la necesidad de continuar con las investigaciones,
y apuntan que sólo han venido estudiando la biología del patógeno en las secoyas
y los abetos durante posos meses.
Esta
investigación fue financiada por el Centro de Experimentación del Sudoeste del
Pacífico del Departamento de Bosques del USDA, el Centro de Manejo de la Salud
de los Bosques del USDA y la Fundación Gordon y Betty
Moore.
NOTA: Hay fotografías de alta resolución de
secoyas y abetos infectados en: http://www.berkeley.edu/news/media/download