De una pequeña ciudad a otra, el director de REC inspira a los jóvenes para que consideren la posibilidad de dedicarse a la agricultura

Con motivo del Mes de la Herencia Hispana 

 En la pequeña ciudad de Buga, situada en el Valle del Cauca, al suroeste de Colombia, Jairo Díaz-Ramírez daba prioridad al baile de salsa sobre sus estudios. Sus padres, al darse cuenta de que se divertía demasiado los fines de semana, le recordaron que los estudios eran lo primero. "Cuando era adolescente bailaba mucho y pasaba tiempo con los amigos, y no prestaba toda mi atención a los deberes", explica.

Díaz, director del Centro de Investigación y Extensión del Desierto de la UC -uno de los nueve centros de Agricultura y Recursos Naturales de la Universidad de California-, situado en Holtville, nació y creció en Colombia, donde la vida de un trabajador agrícola le era demasiado familiar.

Antes de alistarse en el ejército, el padre de Díaz trabajó en el campo. Describiendo a su padre como una "persona autodidacta", Díaz dijo que su padre adquirió muchas habilidades a lo largo de su vida y podía "arreglar casi todo". Otros sabían esto del padre de Díaz, y a menudo se referían a él como "el científico".

"Mi ciudad natal está rodeada de agricultura, y veía trabajadores agrícolas todo el tiempo. Lo que hacen es un trabajo difícil, es duro", afirma. Aunque Díaz se dedica hoy a la agricultura, hizo todo lo posible por evitarla cuando estaba en la escuela.

En el instituto, Díaz se centró en las matemáticas y las ciencias, creyendo que le llevarían por otro camino profesional. Cuando se graduó en 1990, Díaz no tenía muchas opciones de educación universitaria en su zona. "Apenas había Internet en mi ciudad", recuerda, y añade que también fue un reto encontrar mentores profesionales.

"No sabía lo que quería estudiar", dijo Díaz. "Pero cuando pasé la prueba de acceso a la universidad, me decidí por ingeniería eléctrica". Como estudiante de primer año en la universidad, Díaz se encontró en un entorno diferente, con normas y expectativas a las que no estaba acostumbrado. "Perdí la concentración", dice.

De hecho, su bajo rendimiento académico llevó a Díaz a abandonar la universidad. Describió esta decisión como "el punto de inflexión que cambió el curso de su vida". Al darse cuenta de que había dado por sentada una gran oportunidad, Díaz quiso volver a la universidad. Tras aprobar por segunda vez el examen de acceso a la universidad, los resultados de sus pruebas encajaron con las siguientes opciones profesionales: ingeniería agrícola, sanitaria o química.

Como requería menos cursos de química, Díaz se decidió por la ingeniería agrícola. Cuanto más aprendía, más se interesaba por el riego, la gestión de cuencas hidrográficas y la conservación del suelo y el agua. En 1997 obtuvo el título de ingeniero agrónomo por la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad del Valle.

La agricultura es mucho más que eso

Díaz experimentó un cambio de perspectiva que le hizo ver otros caminos en la agricultura distintos del trabajo agrícola.

"Siempre veía a los trabajadores en el campo desde las cuatro de la mañana hasta las seis de la tarde, incluso los sábados", dice Díaz. "Pero nunca vi lo que había detrás de la agricultura. El trabajo es una cosa, pero también está la ciencia, la educación, la gestión, la ingeniería... No vi eso cuando era más joven".

En 2001, tras dos años trabajando como instructor a tiempo parcial en colegios comunitarios de su ciudad natal, Díaz se trasladó a Puerto Rico, donde obtuvo un máster en ingeniería de recursos hídricos en la Universidad de Puerto Rico. Aunque le hubiera gustado cursar estudios de posgrado en su país de origen, las oportunidades profesionales eran limitadas.

"Consideré la posibilidad de estudiar en España y Chile, donde la gente habla español", dice Díaz, y añade que prefiere aprender en español.

A medio camino con los estudiantes

Con el tiempo, Díaz se trasladó a Mississippi, donde obtuvo un doctorado en ingeniería de recursos hídricos en la Universidad Estatal de Mississippi antes de empezar a enseñar en la Universidad Estatal de Alcorn -la institución pública de concesión de tierras históricamente negra más antigua del país-, donde su papel de mentor se convirtió fácilmente en su parte favorita de ese viaje.

Comoprofesorasistente, Díazdijoquemuchosestudiantes conlosque trabajó enAlcorn Statetuvierondificultades conloscursos deagricultura denivel superior. "Algunos demisestudiantesempezaronconmigocuandoeranestudiantes de primer año ypudeverlosprogresar a lo largo delos años",dijo Díaz. 

Díaz mostrando el uso del sistema de riego a estudiantes de la Universidad Estatal de Alcorn.

Ahora, muchos de ellos trabajan para el gobierno federal y organizaciones no gubernamentales, y algunos incluso se han trasladado a otros estados, lejos de todo y de todos los que conocen.

"Me recuerda a mi propia gente", dice Díaz. "Lo difícil que puede ser la educación, y lo limitado que te sientes, y tener miedo de irte de casa... eso es lo que muchos de nosotros BIPOC [negros, indígenas, personas de color] experimentamos".

Una vez mentor, siempre mentor

En el condado de Imperial, donde Díaz vive actualmente, más del 80% de la población es hispana. Según Díaz, muchos de los estudiantes de Imperial pueden identificarse con los que él enseñó en Colombia, Puerto Rico y Mississippi, luchando por navegar por la educación. "Muchos de los estudiantes también piensan como yo cuando tenía su edad. No encuentran atractiva la agricultura porque es demasiado dura".

Ahí es donde Díaz interviene y les muestra un lado diferente de la agricultura, uno que le hubiera gustado que alguien le enseñara cuando era más joven. Cuando visita los colegios locales o recibe a grupos de estudiantes en Desert REC, les enseña que la agricultura ofrece un amplio abanico de oportunidades.

"La agricultura no es sólo gente en el campo, es gente en los laboratorios, en los ordenadores y en las aulas. Se trata de personas que gestionan a otras, que calculan la economía y construyen sistemas", afirma.

Dada su formación en hidrología, sistemas de riego y recursos hídricos, Díaz confía en el agua como elemento para que los estudiantes entablen conversaciones sobre las carreras agrícolas. "Para producir alimentos necesitamos agua. Las plantas necesitan agua para vivir y nosotros también. El agua es clave", dice a los estudiantes.

"Sé la diferencia que supone tener a alguien que te guíe profesionalmente. Así que quiero ser esa persona para mi comunidad, especialmente para la generación más joven".

Como director, Díaz tiene una política de puertas abiertas para fomentar la interacción frecuente con sus colegas. "Para mí es importante que la gente con la que trabajo sepa que quiero apoyarla", dice Díaz, que prefiere que sus colegas le llamen por su nombre de pila.

"A veces oyes que alguien es 'doctor', y eso crea una división enseguida", dijo.

Al reflexionar sobre su papel y su impacto, Díaz dijo que quiere que se le conozca como una persona genuinamente buena. "Quiero ser un buen colaborador, crear programas significativos y hacer crecer una industria sana".

Hoy en día, Díaz no pasa mucho tiempo en la pista de baile, pero no rehúye la oportunidad de revivir su adolescencia. "He creado mi propia trayectoria profesional con el apoyo de mi familia, mis mentores y mis amigos", afirma. "Sigo divirtiéndome, pero también me centro cuando lo necesito".

Adaptado al español por Diana Cervantes del artículo en inglés.


By Saoimanu Sope
Author - Digital Communications Specialist

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