Los jardines escolares: importantes en el pasado…y para el futuro

Jun 14, 2011

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En 1909, la maestra de Ventura, Zilda M. Rogers, escribió a la Estación de Experimentaci’on Agrícola de la Universidad de California en Berkeley, en aquel entonces el principal campus agrícola establecido gracias a la concesión de tierras en California, y el proponente y proveedor principal de recursos educativos sobre jardinería para maestros de escuela. Rogers escribió minuciosamente sobre cómo el trabajo de jardinería de su escuela había progresado, cuáles fueron los logros y fallas, cómo respondían los niños a la oportunidad de cultivar un jardín, cómo había cambiado la relación entre ella y los niños como resultado del trabajo realizado en el jardín y qué potencial veía para el futuro.

“Con el amor por el jardín escolar ha crecido el deseo de un jardín en la casa y algunas de las parcelas en casa son muy buenas. . . . Desde que comenzamos el trabajo en el jardín los niños se han convertido en mejores compañeros y amigos. . . y para sentir que hay una forma correcta de hacer todo. . . . Es nuestro jardín. . . . Tratamos de llevar ese espíritu a nuestros salones de clases”.

Más de 100 años después de que Rogers escribiera esas palabras, los jardines y huertos escolares continúan siendo apreciados en el sistema de escuelas públicas en el que trabajó. El Distrito Escolar Unificado de Ventura ha desarrollado un modelo reconocido nacionalmente que vincula la jardinería escolar, la educación sobre nutrición y un programa  de almuerzos de la granja a la escuela que brinda muchas frutas y verduras producidas localmente para sus 17,000 estudiantes de escuelas públicas. .

La Universidad de California prestó atención al éxito que los educadores como Rogers estaban teniendo con los jardines escolares. Asegurándose de incluir las palabras escritas por ella, la Universidad de California publicó la Circular No. 46, la cual ofrecía información sobre cómo crear programas de jardinería escolar. Los jardines escolares serían una parte integral de la educación primaria.  Tal como lo declaraba la circular, “el jardín escolar ha llegado para quedarse”.

Los jardines escolares se han usados en partes de Europa desde 1811, y la mención de su valor le ha precedido desde hace casi dos siglos. Filósofos y reformistas educativos como John Amos Comenius y Jean-Jacques Rousseau hablaron sobre la importancia de la naturaleza en la educación de los niños. Comenius mencionó específicamente los jardines.

El uso y propósito de los jardines y huertos escolares fue múltiple; los jardines proporcionaron un lugar donde los jóvenes podían aprender sobre ciencias naturales (incluyendo agricultura) y también adquirir destrezas vocacionales. De hecho, los usos múltiples y propósitos de los jardines dificultaron a los proponentes de jardines que anclaran de manera firme la jardinería en la estructura educativa y el currículo escolar. Todavía sigue siendo igual.

El fundador del movimiento de jardín infantil (kindergarten), Friedrich Froebel, usó los jardines como una herramienta educativa. Froebel fue influenciado por el reformista educativo suizo Johann Pestalozzi, quien vio la necesidad de un balance en la educación, un balance que incorporaba “manos, corazón y cabeza”, palabras e ideas que serían incorporadas casi dos siglos después en la misión del programa de desarrollo juvenil 4-H del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. (Estas palabras siguen guiando el trabajo del programa 4-H de la Universidad de California). Líderes educativos como Liberty Hyde Bailey y John Dewey fusionaron ideas sobre el estudio de la naturaleza y educación práctica con la jardinería.

Quizás uno de los primeros programas de jardinería en las escuelas de los Estados Unidos se desarrolló en 1891, en la escuela George Putnam en Roxbury, Massachusetts.  (Hoy día, el nacionalmente reconocido proyecto de alimentos también enseña a los jóvenes sobre jardinería y agricultura urbana en el vecindario de Roxbury, en Boston). Al igual que otros interesados en la agricultura, Henry Lincoln Clapp, quien estaba afiliado con la escuela George Putnam, viajó a Europa en busca de inspiración. Después de viajar a Europa y visitar los jardines escolares allí, se asoció con la Sociedad Hortícola de Massachusetts para crear un jardín en Putnam; el modelo fue copiado en todo el estado. Y sirvió como modelo para otros esfuerzos similares, incluyendo un programa de jardinería muy conocido en la ciudad de Nueva York: la Escuela sobre Granjas DeWitt Clinton.

La jardinería se convirtió en casi una locura nacional durante las épocas conocidas como Gilded y Progressive, y los jardines “escolares” gozaron de una inmensa popularidad. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos calculó que había más de 75,000 jardines escolares para 1906. Conforme su popularidad se disparó, sus propulsores se convirtieron en proveedores de información sobre la jardinería escolar y educación agrícola.

Uno de los libros argumentaba que los jardines escolares no eran “una nueva fase de la educación”, sino que era, una “ya antigua” que estaba ganando mérito por su habilidad de satisfacer una gran variedad de necesidades. Los jardines escolares eran una forma de reconectar a los jóvenes estadounidenses urbanizados con su herencia agraria y de productores, una idea Jeffersoniana del robusto granjero independiente. Un autor argumentaba a favor de la importancia de la educación sobre jardines y naturaleza tanto para jóvenes en áreas rurales, como urbanas, por razones “sociológicas y “económicas”.

Una razón muy importante para cultivar un jardín con jóvenes en zonas urbanas era enseñar “a los niños a ser tanto productores como consumidores” y la posibilidad de “desviar la marea poblacional hacia las áreas rurales, para así aliviar las condiciones hacinadas de las ciudad”. Otros reformistas hicieron eco de esta idea, incluyendo a Jacob Riis, quien dijo, “los niños, tanto como la población adulta fueron ‘inspirados a una mayor industria y auto dependencia’.  Ellos se enfrentan y desvían sus miradas de los tugurios hacia el campo”. Ahora, un siglo después, el granjero estadounidense promedio tiene 50 años o más, y la necesidad de reconectar una nueva generación con la tierra parece ser más imperiosa. ¿Podrían los jardines y huertos de hoy proveer a los granjeros del mañana?

El movimiento de jardines escolares recibió un fuerte impulso durante la Primera Guerra Mundial, cuando la Oficina Federal de Educación introdujo el United States School Garden Army. Durante los años entre guerras y la Gran Depresión, los jóvenes participaban en jardinería de alivio. Durante la Segunda Guerra Mundial, un segundo programa de Jardines de la Victoria barrió con la nación, pero después de eso, los esfuerzos para tener jardines escolares se convirtieron en la excepción, no la norma.

El movimiento en pro del medio ambiente de los años 70 trajo renovado interés en la idea de jardinería escolar y juvenil y otro periodo de intenso crecimiento se inició a principios de la década de los 90. El interés sobre los programas de la granja a la escuela continúa sobreviviendo en el movimiento de jardines escolares, y algunos estados, especialmente California, han desarrollado medidas legislativas para alentar la creación de jardines y huertos escolares. (El programa “Un jardín en cada escuela” se inició bajo la administración de la  superintendente de educación estatal Delaine Eastin.  El proyecto de ley 1535 de la Asamblea, que otorga fondos para los jardines escolares se aprobó bajo la administración de Jack O’Connell).

Deberíamos tomar nota del eslogan del programa de jardinería juvenil del gobierno estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial: “Un jardín para todos los niños. Todos los niños en un jardín”. ¿No sería esta una excelente idea hoy día? Con los recortes de fondos en las escuelas, el incremento en el tamaño de las clases y otros retos, algunos programas de jardines escolares se enfrentan a serios desafíos. Se merecen nuestro apoyo, no sólo en la práctica (voluntariado) sino también abogando por políticas públicas que apoyen el trabajo de jardinería de los jóvenes en las escuelas y comunidades. ¿Por qué no abogar a favor de un currículo mandatorio que promueva sistemas de educación alimentaria en las escuelas públicas de Estados Unidos, algo así como “Una carrera por la cosecha?”

Algunos de los mejores  modelos para jardines y huertas escolares reposan en nuestro pasado. Pero el verdadero potencial de los jardines escolares de reducir la obesidad, alentar un estilo de vida saludable, reconectar a la juventud con el sistema alimentario y construir comunidades más sanas y vibrantes es algo que podemos llevar a cabo hoy día. . . y es algo que debe importar a nuestra política pública nacional.

Una nota para los lectores: Para conocer más sobre  los esfuerzos del United States School Garden Army durante la Primera Guerra Mundial (un EXCELENTE modelo para el currículo nacional actual), visite el sitio web UC Victory Grower.

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By Myriam Grajales-Hall
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By Rose Hayden-Smith
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