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Lluvias primaverales
Un hombre sabio dijo en alguna ocasión que Dios creó el clima para que los agricultores pudieran quejarse de algo.
Hace algunos años, durante una primavera muy lluviosa, estaba platicando con otro hombre sabio, Joe Ogawa, difunto patólogo de plantas de la UC. Yo le dije que los árboles frutales debían estar disfrutando del clima lluvioso. Y la respuesta de Joe fue: “Claro, los árboles probablemente lo están disfrutando, ¡pero los hongos están tan emocionados que están saltando fuera de control!
Aquella primavera, yo estaba trabajando con Joe y su colega Harley English en su libro, Diseases of Temperate Zone Tree Fruit and Nut Crops ( Enfermedades de árboles frutales de clima templado y de cultivos de fruta seca). Por supuesto, que nuestras reuniones eran frecuentemente interrumpidas por llamadas telefónicas de los asesores agrícolas, inspectores de puerto o científicos de USDA o del Departamento de Agricultura y Alimentos de California. Todos querían un consejo sobre algún tipo de fruta que habían encontrado empapada y magullada o con una pelusa rara. Joe sabía mucho sobre el tema y estaba dispuesto a ayudar a sus colegas. Pero lo que a Joe le parecía interesante de una pera o una ciruela, era el tipo de cosas que nos sacaría asustados a la mayoría de nosotros de la sección de frutas frescas y nos mandaría apresuradamente al pasillo de las frutas enlatadas o congeladas.
Ese día, su comentario acerca de la lluvia giró en torno a que la lluvia hace mucho más que llenar nuestras represas y nutrir nuestras plantas. Una lluvia tardía también puede rajar las cerezas que están en el árbol; estropear otras frutas, a menos que se les dé tratamiento cultural o con agroquímicos de inmediato; o mantener los campos con tanto lodo que no se pueden usar los tractores, retrasando así la siembra de tomates y otros cultivos. Para resolver este tipo de problemas, sin tener que aumentar sus costos y (por añadidura los nuestros), los agricultores confían en científicos de la UC como Joe Ogawa.
Ahora que, como consumidor de alimentos no hay muchas cosas que usted pueda hacer al respecto, sino disfrutar del clima mientras pueda, saborear los alimentos y mantener viva la esperanza de que el próximo año haya mejores precios y condiciones para el cultivo. Después de todo, ¡parecería que los agricultores no son los únicos que se quejan!
Para obtener más información acerca del Dr. Ogawa y los reconocimientos que el Colegio de Agricultura y Ciencias del Medio Ambiente en UC Davis (UC Davis College of Agriculture and Environmental Sciences) y la Sociedad Americana de Fitopatología (American Phytopathological Society) han establecido en su honor, oprima estos enlaces.
Preparado por Jim Coats
Adaptado al español por Norma De la Vega
Joseph M. Ogawa
¿Qué hace que los alimentos sean nutritivos?
Parte de nuestra misión en el Instituto de Sostenibilidad Agrícola de la Universidad de California en Davis es asegurar el acceso a alimentos saludables. Por lo tanto hemos enfocado gran parte de nuestro trabajo en la correlación entre la agricultura y la nutrición humana.
Un interesante nuevo campo de estudio en esta materia se enfoca en los flavonoides, los cuales son compuestos en las frutas y verduras que se piensa tienen efectos benéficos como antioxidantes y otros beneficios medicinales, e incluso para ayudar a reducir el riesgo de cáncer.
Medir la cantidad de flavonoides es una de las maneras en que podemos realmente calcular qué tan nutritivos son los alimentos que comemos.
En las instalaciones de nuestro Rancho Russell de Agricultura Sostenible, el profesor en ciencias alimentarias de UC Davis, Alyson Mitchell ha evaluado la nutrición relativa de tomates orgánicos y los convencionales a través de la medición de los niveles de flavonoides en muestras de tomates deshidratados durante un periodo de 10 años.
Ella encontró que el contenido de flavonoides es mayor en los tomates orgánicos que entre los convencionales, y las diferencias han aumentado con el tiempo. Incluso, también parece que el contenido de los flavonoides está correlacionado con las bajos cantidades de nitrógeno orgánico que se les ha aplicado
Estos resultados sugieren que un exceso de fertilización puede resultar en un bajo contenido de flavonoides y en una reducción de los beneficios para la salud de los tomates. Puede leer más sobre está investigación aquí.
Preparado Colin Bishop
Adaptado al español por Norma De la Vega
Reducción del uso de agua en el procesamiento de alimentos
Las amas de casa saben que el secreto para quitarle la cáscara al tomate es meterlo, brevemente, en agua caliente, hasta que la piel se desprenda. Esto requiere de mucha agua (y energía para calentarla), especialmente cuando se tienen que pelar tres millones de libras de tomates que son procesados cada año en California. Pero una nueva investigación de la Universidad de California en Davis está afinando una novedosa forma de pelar los tomates con casi nada de agua yusando calor infrarrojo.
Hasta ahora, se han usado dos métodos para quitarle la piel al tomate que se va a procesar: ya sea sumergiéndolos en agua caliente/lejía o con vapor. El método de escaldado requiere mucha agua, energía y genera una gran cantidad de sales, lo que representa un problema para su eliminación. El tratamiento a base de vapor calienta demasiado el tomate, lo que reduce el rendimiento y calidad.
“La industria de procesamiento del tomate se ha interesado desde hace tiempo en encontrar una mejor forma de pelar los tomates”, dijo el doctor Zhongli Pan, un investigador de USDA, y profesor adjunto en la Universidad de California en Davis. El descubrió que al pelar el tomate con calor infrarrojo se elimina el uso del lejía, se reduce considerablemente la cantidad de agua que se usa, y resulta en tomates de mejor calidad.
El calor infrarrojo es similar al calor producido por el sol y las chimeneas. Este permite transferir, de manera eficiente, el calor desde el punto de origen hasta el producto. El calor infrarrojo tiene un potencial promisorio no sólo para el pelado en seco de los tomates, duraznos y otros productos, sino también para escaldar muchas frutas y verduras antes de congelarlas, tales como las manzanas y las zanahorias diminutas.
Pan y sus colegas están construyendo un dispositivo piloto que produzca calor infrarrojo para los tomates. La meta es desarrollar pautas comerciales para pelar tomates y otros productos con calor infrarrojo. Dado que en California el agua está escaseando, nuevas técnicas como ésta pueden reducir nuestra dependencia en el agua.
Podríamos disfrutar de pizza y salsa de tomate de mejor calidad, y de muchos otros alimentos en nuestras mesas si la industria procesadora de alimentos llegara a adoptar el calor infrarrojo. Y el impacto secundario en la conservación de agua nos beneficiaría a todos.
(Este artículo se basa en una nota publicada en la revista "CA&ES Outlook" de UC Davis, edición de otoño/invierno del 2009, página 10)
Preparado por Ann King Filmer
Adaptado al español por Norma De la Vega